El proceso de endeudamiento ha sido protagonizado por las
instituciones financieras en la medida que han actuado de intermediarias
que captaban financiación exterior para conceder préstamos a empresas,
hogares e incluso al mismo Estado
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Como
decía en mi anterior artículo sobre el informe FOESSA, hay otro
capítulo en dicho informe que vale la pena comentar, el que parte de
preguntarse cómo hemos llegado hasta aquí, para tratar de los orígenes
del endeudamiento.
Aporta
el informe los datos del vertiginoso incremento de la deuda pública,
que en 2007 representaba un 36,3% del PIB, para llegar en 2014 hasta el
100% de este indicador económico y el gigantesco volumen de la deuda
privada, sobre todo de empresas privadas y entidades financieras. Si a
finales del 2012 el total de la deuda representaba un 435% del PIB, el
330,8% de esta cifra era deuda de empresas, instituciones financieras y
hogares, es decir más de tres veces el valor total de bienes y servicios
producidos por la economía española en ese año.
También
es un motivo preocupante el elevado componente externo de la deuda
acumulada. El saldo de la deuda externa neta, deuda menos lo que se nos
debe, alcanza el 98% del PIB.
El
proceso de endeudamiento ha sido protagonizado por las instituciones
financieras en la medida que han actuado de intermediarias que captaban
financiación exterior para conceder préstamos a empresas, hogares e
incluso al mismo Estado.
El
endeudamiento del Estado, al principio de la crisis no fue motivado por
el rescate a entidades financieras, aunque sí lo fue después en forma
de avales, garantías e importante ayudas públicas. Además la crisis
representó un crecimiento considerable del gasto público al tener que
hacer frente al pago de la prestación de desempleo del enorme y
creciente número de parados, mientras descendía la recaudación y las
cotizaciones sociales.
Acerca
de la forma cómo se ha gestionado la crisis de deuda, margen de
maniobra y opciones seguidas, dice el informe que desde que se dispara
la deuda el margen de maniobra para la política económica se estrecha.
El elevado nivel de endeudamiento externo impone la necesidad de que el
dinero que entra en el país sea mayor que la que sale, para lo que se
recorta el gasto y se suben los impuestos.
Tanto
la deuda en sí misma y su coste así como la dependencia financiera de
la economía española y las exigencias impuestas por las autoridades
europeas llevan a dar prioridad a los intereses de los acreedores por
encima de cualquier otra consideración, lo que supone un deterioro
democrático ante la merma de derechos y el incremento de los niveles de
desigualdad.
Para
los autores del informe la política de austeridad es una insensatez,
pues lo adecuado serían políticas activas de lucha contra el desempleo y
la pobreza. Dicen además que habría que revertir la política de
recortes y pasar a políticas expansivas, indispensables para reanimar la
economía a costa, sin duda, de mayor inflación y alguna forma de
impago. Por desgracia no nos dicen en que podría consistir esa política
expansiva y en qué sectores habría posibilidades de llevarla a cabo.
Creo que la burbuja inmobiliaria fue, a mi parecer, una política
expansiva que, llevada sin control ni disciplina nos llevó a la crisis.
Añade
el informe los ejemplos de Suecia o Islandia en los que la
recapitalización bancaria se hizo, en primer lugar, a costa de los
accionistas, propietarios de los bancos y el resto del agujero fue de
aportación estatal, pero no podemos olvidar que las causantes de buena
parte del desastre español son las Cajas de Ahorros, instituciones que
no tienen accionistas, que se desviaron de sus orígenes fundacionales y
que pasaron a ser regidas por los partidos y los sindicatos, aunque de
ello no se hable en el informe.
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