12 agosto 2012 (publicado en esta blog el 8 nov 2012, sigue siendo de actualidad!)
Cada vez está más claro que don Mariano Rajoy nombró a Soraya Sáenz
de Santamaría como vicepresidenta del gobierno solamente para que ésta
pudiera demostrar, semana tras semana, que los políticos también tienen
sentido del humor. En la rueda de prensa de ayer, doña Soraya volvió a
hacer uso de su habitual simpatía para advertir a los catalanes de que
el creciente soberanismo que se detecta en Catalunya “aleja la inversión
extranjera”.
¿En serio doña Soraya? ¿De verdad usted
cree que el hecho de que la inversión extranjera se aleja de España no
tiene nada que ver con que los extranjeros se han dado cuenta de que
España es un país de pandereta? Ya la he escrito en otras ocasiones pero volvamos a hacer la lista:
La primera institución del estado, la
corona, es la mofa del mundo, con un rey que se va a cazar costosos
elefantes con una misteriosa señorita alemana mientras su pueblo se
hunde en la miseria. En la misma familia real, el yerno de su majestad
está imputado por estafas millonarias de dinero público (por cierto,
doña Soraya, las estafas sucedieron principalmente en las comunidades
Balear y Valenciana, ambas gobernadas por militantes del partido de
usted) actividades que parece eran conocidas por el Rey. En lugar de
denunciar esas ilegalidades, su majestad envía a su yerno a Washington
con un salario millonario.
Pasemos a las instituciones judiciales:
el presidente del tribunal supremo es obligado a dimitir por haber
malgastado dinero público en excursiones románticas de fin de semana con
el encargado de su seguridad. Es más, a diferencia de lo que hubiera
pasada con cualquier empleado de cualquier empresa que es expulsado de
su cargo por malversación de fondos, el señor letrado cobró unos 200.000
euros de indemnización provenientes del erario público.
El juez más mediático y famoso del mundo,
expulsado de la audiencia nacional por haber sido probado que espió a
un acusado y violó la relación de secreto entre abogado y cliente,
relación que es sagrada en toda democracia que se precie.
Entrando en el mundo de la política, los
partidos, todos los partidos, violan sistemáticamente todas sus promesas
electorales. Los partidos que ahora mandan hacen lo contrario de lo que
decían cuando estaban en la oposición y los partidos que ahora están en
la oposición critican al gobierno por hacer lo que ellos mismos hacían
cuando mandaban. Entre unos y otros, están dejando a los ciudadanos una
sensación de que sus votos no sirven para nada y una desconfianza en la
clase política de consecuencias impredecibles.
Sin abandonar la esfera política, en toda
la prensa internacional aparecen imágenes de estaciones de AVE vacías,
aeropuertos sin aviones, ciudades fantasma e infraestructuras sobre las
que los alemanes sueñan cada día y no sólo porque son las
infraestructuras que les gustaría tener sino porqué ya ven venir la
factura que tendrán que pagar por toda la corrupción que ha generado
tanto dispendio. Por cierto, señora vicepresidenta, en el momento de
escribir esta nota me encuentro de viaje por el centro de Europa y cada
vez que algún político, banquero o economista me habla de España, saca a
la conversación los reportajes que ha visto en su televisión sobre el
aeropuerto de Castellón, un monumento a la incompetencia, la desfachatez
y el caciquismo de Carlos Fabra, Presidente de la Diputación de
Castellón, militante del Partido Popular de Valencia, padre de la
tristemente famosa diputada del Partido Popular, Andrea “que-se-jodan”
Fabra. Que se sepa, ni padre ni hija tienen ninguna relación conocida
con los soberanismos vasco o catalán.
Al descrédito de España también han
contribuido las élites empresariales lideradas el presidente de la
Confederación de Empresarios (la CEOE), don Gerardo Díaz Ferran,
imputado por una quiebra fraudulenta que dejó sin pagar a empleados,
proveedores y acreedores y por la emisión de pagarés de Nueva Rumasa. No
hablaremos de los espectáculos constantes del propio Ruiz Mateos,
novelesco personaje que parece salido de la literatura picaresca del
renacimiento español, pero sí del banquero más
famoso e internacional del país, don Emilio Botín, a quien se le
descubrió una fortuna de 2.000 millones de euros escondida en un paraíso
fiscal o uno de sus subordinados, convenientemente indultado una vez
los tribunales emitieron sentencia de culpabilidad. Hablando de
empresarios, muchos de los que en su día se vanagloriaban de haber
conseguido entrar en la lista Forbes de billonarios, no han conseguido
evitar que sus empresas se arruinaran. Ahora que ha quedado demostrado
que no eran tan buenos empresarios como se pensaba y que sus otrora
milagrosos éxitos económicos no eran más que el fruto de la especulación
inmobiliaria, el amiguismo político y el pelotazo como medio de ganar
dinero para los más espabilados. Esos "grandes" empresarios se
arrastran hoy por el mundo implorando que alguien les compre sus
empresas a precio de saldo. El modelo empresarial del pelotazo español no es precisamente un modelo económico por el que los inversores internacionales se sientan especialmente atraídos en la actualidad.
Tampoco hay que olvidar la nefasta labor
de las entidades supervisoras a la cabeza de las cuales se encuentra el
Banco de España, una entidad que ha agravado significativamente la
crisis con su absurda política de fusiones bancarias que ha acabado por
contaminar a los bancos y cajas sanos con toda la porquería de los
bancos y cajas quebrados. El Banco supervisor también es quien hizo los
stress tests que dieron la nota de aprobado a Bankia, ese engendro
financiero insolvente cuya salida a bolsa bajo la supervisión de la
Comisión Nacional del Mercado de Valores acabó con los ahorros de miles
de ciudadanos españoles.
Y dejo para el final al gobierno del
Partido Popular, que pensó arrogantemente que sólo por el simple hecho
de ser del PP, apaciguaría a los mercados internacionales a pesar de que
el PP gobernaba la Comunidad Valenciana cuando tuvieron lugar todos
aquellos escándalos de corrupción y dilapidación estratosférica de
dinero público (y eso lo sabían todos los inversores internacionales).
El gobierno del PP, que pospuso durante meses la presentación de los
presupuestos más importantes de la historia con el burdo objetivo de
ganar las elecciones andaluzas a pesar que ese retraso estaba hundiendo
la economía del país. Ese gobierno que tras explicar que las subidas del
IRPF eran contraproducentes, acabó poniendo unas de las tasas más altas
de Europa. Ese gobierno que tras hacer una campaña de recogida de
firmas cuando el PSOE subió el IVA, va y sube ese mismo impuesto al
llegar al gobierno y lo hace con el burdo argumento de que "hay mucha
gente que no lo paga", haciendo pagar así a justos por pecadores y lo
hace ¡unos días después de premiar a los evasores con una absurda
amnistía fiscal! Ese gobierno cuyo ministro de hacienda siempre
encuentra la manera de exculpar sus acciones y sus engaños y de dar la
culpa de todo a los demás, desde los extranjeros hasta las autonomías
pasando por los evasores de impuestos, los mercados financieros y esos
hombres de negro que nunca iban a venir a España pero a los que ya les
está mendigando un rescate en toda regla.
Ese gobierno que se ha convertido en la
única empresa de España que crea ocupación aunque sólo sea para colocar a
militantes del PP, familiares y amigos entre los que se encuentra...
¡el señor marido de la señora vicepresidenta doña Soraya Sáenz de
Santamaría!
Esto, todo esto, y no los soberanismos
catalán y vasco, es lo que hace que España haya perdido toda su
credibilidad internacional y haya ahuyentado la inversión extranjera,
doña Soraya. Es más, el descrédito constante de todas y cada una de las
instituciones españolas, desde el Rey hasta le CNMV pasando por el
gobierno, los partidos, los jueces, las entidades reguladoras y los
empresarios (a lo que podríamos añadir, como guinda de última hora que
confirma el sainete en el que se ha convertido este país, al presidente
del comité paralímpico animando a los atletas a defender "La Roja
Coja"), este descrédito general de todas las instituciones de España,
repito, no sólo hace que los inversores vean que España no es un país de
fiar a la hora de invertir su dinero sino que, además, está haciendo
que el sentimiento antiespañol esté cada vez más arraigado en algunas
comunidades. Al fin y al cabo, usted debe entender que la gente quiera
desmarcarse de todo esta monumental vergüenza internacional y tenga
ganas de largarse ante este desolador panorama. El sentimiento
soberanista, pues, no remitirá hasta que ustedes arreglen su propia
casa.
El descrédito de España no es culpa del soberanismo. Es culpa de ustedes. Y el soberanismo... también.
It’s up to you.
Xavier Sala i Martín