Lo que ha ocurrido en Cataluña hace historia en
las luchas democráticas y es ejemplar, como tantas veces Cataluña nos ha
dado una lección. Pero las lecciones las aprende quien no tiene
prejuicios y quiere aprender.

despachada bajo clichés interesados, así la generalidad de la población española ignora todo de Cataluña y en cambio está llena de prejuicios hacia los catalanes. Nos pintaron una Cataluña provinciana, encerrada, aburrida, fracasada, obsoleta... Pero la Diada de este año marca un punto y aparte, es un desmentido a todo eso y muestra un país lleno de energía. En adelante los españoles mirarán hacia allí con curiosidad unos y con temor y desconfianza otros, pero muchos querrán comprender lo que ha ocurrido. Lo que ha ocurrido se veía venir si uno se acercaba allí y se molestaba en escuchar lo que decían y sentían las personas que allí vivían pero simplemente se lo ocultaron, en cambio la prensa informaba con mayor o menor extensión un mes sí y otro también de que un niño no podía recibir clases en castellano, de que perseguían a las corridas de toros... Todo parecían mezquindades. Y de repente aparecen más de un millón de catalanes pidiendo la independencia. ¿Dónde estaba tanta gente que no nos lo contaron?
Pero aunque parezca
increíble el día siguiente a un acto cívico y político tan importante,
no sé si tendrá parangón en Europa, pudimos leer titulares que se
mofaban e informaciones que lo minusvaloraban alimentando la ceguera de
sus lectores. Lo que ha ocurrido en Cataluña hace historia en las luchas
democráticas y es ejemplar, como tantas veces Cataluña nos ha dado una
lección. Pero las lecciones las aprende quien no tiene prejuicios y
quiere aprender. Particularmente reconozco que tengo prejuicios pero
también me gusta aprender y de los catalanes aprendí muchas cosas.
Aunque esté mal visto en España, no tengo pudor en reconocer que admiro a
la sociedad catalana.
Como gallego, soy ciudadano de
un país derrotado que no ha sido capaz de sobreponerse a su historia,
que no supo detener expolios ni humillaciones, falto de orgullo
colectivo y nervio cívico y, como español, vengo de un país fratricida e
incívico, marcado por un régimen que lo degradó hasta el extremo, una
experiencia histórica traumática y profunda que suele ser despachada
interesadamente como “la dictadura”. Y por eso descubrí y envidié las
semillas de libertad y civilidad que llegaban desde Cataluña, desde la
renovación pedagógica de “Rosa Sensat”, cuando aún interesaba la
educación como liberadora, hasta la lucha obrera del PSUC y los
libertarios, la firmeza en el exilio de Pau Casals, la “nova cançó” y
Lluis Llach “al`Olimpia” y también sus “Campanades a mort” por los obreros asesinados en Vitoria, su lucha por el autogobierno nacional...
En
Barcelona reconocí a la ciudad siempre atenta a la cultura que recibía
la música de Beethoven y de Wagner en el Palau, donde en Julio de 1937
Schoenberg ensayaba con la orquesta “Moses und Aron” cuando comenzaron
los bombardeos fascistas, donde Picasso y Picabia ensayaban su libertad,
la ciudad a donde peregrinó el Quijote, y con él su autor, para alabar
la industria del libro.
Allí
como autor me sentí acogido y respetado sin que importase en que lengua
escribía ni de donde venía ni que padrinos tenía, allí conocí a mi
mejor editora y a los mejores editores y a la gente más inteligente y
aguda de la industria del libro y de las artes. Y me descubro ante obras
literarias como el “Quadern Gris” de Josep Pla, que si España
considerase que la literatura en catalán también era suya, no es el
caso, tendría por una de las cuatro o cinco obras grandes suyas del
siglo XX. Naturalmente que también entreví las limitaciones y defectos
de la sociedad catalana, los tiene como todas, pero mi admiración por
sus virtudes está muy por encima. Sin ser catalán soy catalanista, lo
confieso.
Todo
lo resumo en que hubo un momento en mi vida en que me vi obligado por
primera vez a plantearme marcharme de mi país, Galicia, y no dudé a
dónde iría y dónde había un pueblo abierto que me podría acoger. No lo
dudaba.
Y
con esta Diada acaban de darnos una nueva lección de civismo y
libertad. Para comprender cuán necesaria es esa lección hay que tener
presente lo que ocurrió el mismo día en Madrid, un ataque fascista que
no es ninguna anécdota. La medida de la libertad y del aire que se
respira en la capital del Estado y en el conjunto del Estado la dará el
tratamiento que se le dé a ese ataque: ¿se le aplicará la ley
antiterrorista? ¿Serán ilegalizados y perseguidas esas organizaciones
como hicieron los políticos y la justicia española en Euskadi? Y, cuando
aparecen multitud de policías bien pertrechados cada vez que la
ciudadanía defiende legítimamente sus derechos, ¿por qué no estaba en
esta ocasión en las cercanías del lugar para protegerlo? Qué asco.
Lo
que nos ofrecieron a todos los catalanes en su día fue ciudadanía libre
y alegre frente a canallas amargados y matones. Al ministro que amenazó
con el Ejército le oponen gente de todas edades con bocadillos,
camisetas y banderas. No se valorará la dimensión de ese gran acto
cívico si no se cae en la cuenta de que no era una manifestación como la
que hubo hace unos meses. La Via Catalana fue el resultado de un
trabajo organizativo de meses, cada persona se anotó y se dirigió al
lugar donde le correspondía en el mapa de la cadena. No fue un calentón
de un día o una semana, un momento de enfado que ocupa las calles, sino
que cada ciudadano o ciudadana se buscó su camiseta y se apuntó con
tiempo para ocupar su lugar correspondiente. No se trataba de una
multitud de manifestantes sino de una ciudadanía organizada
voluntariamente y desde abajo, hablamos de un pueblo decidido que tiene
una decisión tremendamente madurada porque la ha ido elaborando a través
de los años y de sucesivas experiencias que le fueron demostrando una
tras de otra que el Estado español no reconocía sus demandas y no
protegía su lengua ni tampoco sus intereses. No es una ocurrencia
repentina.
En
los últimos años cada vez que comenté el proceso social y político
catalán con políticos de partidos estatales siempre me respondían “es
que Mas...”, “realmente lo que quiere Convergencia...”, “...las
banderas...”, “...es que la burguesía catalana...”, “es que
Esquerra...”. Por más que les insistía repetían sus cómodos prejuicios y
lo reducían a una dialéctica de partidos, casi nadie tuvo la humildad
de ir desde Madrid a Barcelona y no digamos a otras ciudades catalanas a
preguntar y escuchar a la gente. No comprendían que era la gente, no
los partidos; Mas sólo se puso al frente de un movimiento social de gran
profundidad porque no tuvo más remedio. Lo que hicieron los medios de
comunicación madrileños y la política española fue menospreciar a los
catalanes, reducirlos a una gente aturdida y conducida astutamente por
unos malévolos políticos enemigos de España. Lo que hicieron fue negarle
la dignidad personal a esas personas, precisamente a los habitantes de
un país que siempre le dió lecciones de civismo a España. Tendrán muchos
defectos los catalanes pero son una sociedad con una complejidad y
densidad cívica como no conozco otra. Lo que ahora tienen delante es la
realidad, los catalanes no eran unos chalanes aprovechados y unas
sanguijuelas, como nos contaron, sino que tenían dignidad. Toneladas de
dignidad colectiva y personal.
Hoy
por hoy, de Cataluña sólo podemos aprender. Paul Celan escribió sobre
una Alemania que era maestra de la muerte, Cataluña en cambio es una
maestra de civilidad: mucho mejor le hubiese ido a España si la hubiese
escuchado y aprendido sus lecciones. No quiero imaginar una España sin
Cataluña.
Los
franquistas invocarán la sagrada unidad de la patria y el deber del
Ejército, aunque no lo hicieron cuando entregaron las provincias
españolas del Sahara a la monarquía marroquí por orden de sus amos
norteamericanos. Y los nacionalistas españolistas en general invocarán
una constitución, dictada por Yahvé y que se bajó Moisés del monte, ya
tenían en el Tribunal Constitucional a quienes la interpretaron en su
día como les interesaba a ellos y ahora tienen presidiéndolo a Pérez de
los Cobos, que ya nos informó de lo que piensa de los catalanes. Pero
quienes creemos en la democracia y no somos catalanes tenemos el deber
de reconocer que ejercen la democracia y su libertad y sólo podemos
esforzarnos en imaginar el modo de que Cataluña sea lo que libremente
desee su ciudadanía y que ello no suponga que pasen a ser gente extraña a
nosotros. Pues así lo sentimos
http://www.eldiario.es/autores/suso_de_toro/
Avui 18-09-2013 ens arriba una resenya d'El Singular Digital, d'aquest article precisament:
http://www.elsingulardigital.cat/cat/notices/2013/09/suso_del_toro_quasi_ningu_ha_tingut_la_humilitat_d_escoltar_els_catalans_95950.php
16/10/2011 - Lluis Llach -30 ANIVERSARIO, EN MEMORIA DE LOS OBREROS ASESINADOS POR LA POLICIA ESPAÑOLA.
Avui 18-09-2013 ens arriba una resenya d'El Singular Digital, d'aquest article precisament:
http://www.elsingulardigital.cat/cat/notices/2013/09/suso_del_toro_quasi_ningu_ha_tingut_la_humilitat_d_escoltar_els_catalans_95950.php
16/10/2011 - Lluis Llach -30 ANIVERSARIO, EN MEMORIA DE LOS OBREROS ASESINADOS POR LA POLICIA ESPAÑOLA.
(En esta blog hemos publicado algún otro artículo notable a favor de Catalunya escrito por mentes claras del Reino de España; vean por ejemplo las entrevistas al Sr. Cotarelo. Si el 50% de lo interlocutores políticos de Catalunya fueran así, otro gallo nos cantara!
>>"Singulars": Ramón Cotarelo: S'ha acabat la "conllevancia"?
>> Ramón Cotarelo razona sobre el derecho a decidir de las naciones de España, sin imposiciones )
>>"Singulars": Ramón Cotarelo: S'ha acabat la "conllevancia"?
>> Ramón Cotarelo razona sobre el derecho a decidir de las naciones de España, sin imposiciones )
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