18 de setembre del 2015

La eficaz influencia de la palabra escrita









Rafael Gutiérrez Amaro



Hace unos días leí un artículo de Amparo Gil, ex directora de Caxton College, publicado el 22 de abril de 2015 y denominado: “El poder de la palabra escrita”. Con él, me sentí gratamente identificado y me ha servido, como docente y como padre, para plasmar estas ideas sobre la importancia del libro y su trascendencia en el enriquecimiento cultural y humano del niño, del joven en periodo de aprendizaje, y del adulto en todas sus facetas. Y estas fueron mis conclusiones:

Sea cual sea la trascendencia del descubrimiento que se cree o se invente para transformar la sociedad, nunca será tan revolucionario como las ideas, técnicas, metodologías y procedimientos humanos para enseñar. 





Para enseñar principalmente:
    ü           A razonar.
    ü           A reflexionar.
    ü           A imaginar.
    ü           A pensar.




Y es así, si todo esto se hace:
ü           Con veracidad.
ü           Con criterio.
ü           Con ética.
ü           Y con responsabilidad social y cultural.

Los educadores, los padres, los profesores y todos aquellos que nos dedicamos a la docencia, en cualquiera de sus diversas formas, somos unos instrumentos muy eficaces para guiar a las nuevas generaciones, pues la palabra, la presencia física y la voz ejercen una gran influencia. 


Para ello además contamos con unos medios muy efectivos, los más efectivos, que son los libros. Con ellos podemos entrar en el apasionante mundo:
      ü         De la literatura.
      ü         De la escritura.



 

Y a través de ello también:
ü           En el mundo fascinante de la imaginación.
ü           En el conocimiento.
ü           En la ciencia.
ü           En la investigación.
ü           En el arte.
ü           Y en la sabiduría.

Cuando cogemos un libro, en cualquiera de sus formatos, iniciamos una aventura, no solo para adquirir conocimiento; sino también para el enriquecimiento de nuestra sensibilidad y para cultivar nuestros sentidos y emociones. 


 

Las experiencias y vivencias personales que ponemos en ejercicio con los libros pueden ser tan enriquecedoras como las que practicamos en nuestras vidas. 

A los jóvenes hay que transmitirles que la lectura conlleva un esfuerzo y una exigencia inicial pero que pronto se convierte en una pasión desbordante, en una necesidad prioritaria

Quienes así lo sentimos debemos ser capaces de transmitírselo a las siguientes generaciones, de una manera natural y atractiva. Ayudarles e invitarles a que lean y a que disfruten de esa aventura que en estos momentos puede resultar algo más costosa por la influencia poderosa de los audiovisuales y de las imágenes en sus diversas formas. 


Por ello es muy importante que los padres y profesores nos esforcemos y dediquemos nuestras capacidades, nuestro talento y nuestro tiempo a este valioso compromiso que comportan las letras.




Debemos explicarles que la cultura:
ü           De la televisión.
ü           Del cine.
ü           De los videojuegos.
ü           De la imagen.
Es menos imaginativa y reflexiva que la cultura de la palabra escrita.

La lectura, además de entretenernos y de la fascinación que nos produce, agranda nuestros horizontes y nos permite comprender e interpretar de manera:
ü           Más equilibrada.
ü           Más reflexiva.
ü           Y más coherente.
 El mundo en el que vivimos y nuestro entorno personal.

A la vez que:
ü           Enriquece nuestro vocabulario.
ü           Enriquece nuestra expresión verbal.
ü           Y mejora nuestra ortografía.

Así mismo, los lectores contamos con más recursos para empatizar con las vidas de otros, ya que la literatura eleva nuestras habilidades sociales. 

Somos lo que leemos. 

Por eso conviene tener muy en cuenta el desarrollo de un plan lector orientado para los jóvenes, no solo en los centros educativos y en las bibliotecas; sino, fundamentalmente, en cada hogar. 

No todo se puede o se debe leer, y además todo a su tiempo. Además, en los libros también hay basura.
Basura:
ü           Podrida.
ü           Corrupta.
    ü           E inhumana.