Se cumplen 90 años de la muerte de Antoni Gaudí
- No sólo revolucionó la arquitectura, además fue un creador prolífico: diseñó muebles, mosaicos, elementos decorativos o hierro forjado.
- Desde 1911 hasta su muerte se dedicó en exclusiva a la construcción de la La Sagrada Familia, donde llegó a fijar su estudio.
Antonio Gaudí Cornet nació en Reus (Tarragona) el 25 de junio de 1852, hijo de un calderero de Riudoms (Tarragona), y vivió una infancia enfermiza en la que padeció frecuentes dolores reumáticos que le acompañaron toda su vida y que le marcaron el carácter.
Se trasladó a Barcelona a los 17 años para estudiar Arquitectura que, debido a la falta de recursos, simultaneó con el trabajo de delineante y proyectista, lo que le permitió trabajar junto a conocidos arquitectos como Josep Fontseré y Joan Martorell. El 15 de enero de 1878, con 26 años, obtuvo el título de arquitecto.
A la espera de realizar obras de mayor envergadura, sus primeros trabajos fueron de carácter decorativo, como el diseño de una vitrina para una conocida guantería de Barcelona, la Casa Comella, destinada a la Exposición Universal de París de 1878.
El industrial Eusebi Güell, empresario del sector textil, quedó prendado de la modernidad y elegancia de aquella vitrina y, tras conocer a Gaudí, se convirtió en su principal cliente y mecenas. Poco más tarde comenzó a colaborar con el arquitecto Martorell en varios encargos y proyectó un pabellón de caza para Eusebio Güell, aunque éste nunca se llevó a cabo.
Su relación con Martorell le permitió encargarse de la dirección de la que sería su obra monumental, la Sagrada Familia. En 1883, tomó el mando de las obras y a ella le dedicó 43 años de su vida.
Desde ese año, y compaginando su trabajo en la Sagrada Familia, proyectó numerosas obras que, criticadas inicialmente, se convirtieron en muestras y símbolos de su arte. Edificó la villa "El Capricho" (1883) en Comillas (Santander), el Palacio Güell (1886), en Barcelona, y el Palacio Episcopal en Astorga (1889) y la "Casa Botines" (1891), ambos en León.
En 1900 trabajó en la casa Bellesguard (Barcelona) y empezó el famoso Parque Güell, que en principio debía ser una ciudad-jardín de sesenta chalets para la alta burguesía, y tres años más tarde aceptó la reforma de la Catedral de Palma de Mallorca.
La Casa Batlló y La Pedrera
La Casa Batlló (1904) y "La Pedrera" (1906), ambas en el paseo de Gracia de Barcelona, son dos claros exponentes de su complejo "arte curvo" y uno de los principales reclamos de la capital catalana.
A partir de 1910, Gaudí llegó a tener la máxima fama y renombre, y fue reclamado por los norteamericanos, que le encargaron un hotel en Nueva York, que no llegó a materializarse.
Gaudí no sólo revolucionó la arquitectura, además fue un creador prolífico: diseñó muebles, mosaicos, elementos decorativos, hierro forjado y todo elemento que formara parte de sus construcciones. Desde 1911 y hasta su muerte se dedicó en exclusiva a La Sagrada Familia, donde llegó incluso a fijar su estudio.
El 7 de junio de 1926 fue atropellado por un tranvía que le causó heridas tan graves que murió tres días después en Barcelona.
Fue enterrado en la cripta de La Sagrada Familia y, tras su muerte, su nombre y su obra atravesaron un período de ostracismo, hasta que las corrientes vanguardistas y el movimiento internacional le recuperaron y fue presentado como un ejemplo de modernización y renovación de la arquitectura del siglo XX.
El 13 de mayo de 2003, el arzobispado de Barcelona concluyó el proceso para pedir a Roma la beatificación del arquitecto y el 9 de julio del mismo año la Congregación para las Causas de los Santos de Roma procedió a la apertura del proceso de beatificación.
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En cuanto se supo su identidad y la noticia de la desgracia circuló por la ciudad, una multitud de personas se acercó a enterarse del estado de salud del ilustre arquitecto, que resistió durante más de 60 horas.
Estado de las obras de la Sagrada Familia en 1926.
En 1883 recibió el encargo para proseguir con las obras iniciales de la Sagrada Familia,
labor a la que se consagraría hasta su muerte. Allí fue inhumado, en su
cripta, la única parte del templo que el arquitecto vio construir junto
a la Fachada del Nacimiento. Unas 5.000 personas se congregaron en la
explanada del templo durante su entierro, que se convirtió en una gran
manifestación de duelo.
Era
voluntad de Gaudí y así constaba en su testamento, que éste fuera lo
más sencillo posible y que no se admitieran coronas. Su ataúd, cubierto
por un paño de terciopelo morado de la Asociación de Arquitectos de
Cataluña, fue colocado en una carroza fúnebre tirada por dos caballos.
Al frente iban un cabo y cuatro individuos montados del Cuerpo de
Seguridad. Les seguían una sección de la Guardia ubana, la Liga
espiritual de Nuestra Señora de Montserrat, la Asociación Gregoriana,
alumnos de la Escuela de Arquitectura, obreros de la Sagrada Familia con
hachas, el clero del Hospital de la Santa Cruz... «el cortejo era
numerosísimo», según describía ABC.
Cuando la presidencia del
duelo, con las autoridades y familiares de Gaudí, entró en la catedral
«las últimas filas del acompañamiento estaban todavía en la Rambla del
Centro», relataba la crónica. Durante el entierro, «de una imponente
severidad litúrgica», sonaron pausadamente las campanas. Era el adiós a
un genio tan admirado por profesionales como por el público. Siete de
sus obras están consideradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
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