12 de febrer del 2012

Baviera exige nuevo pacto fiscal

                
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 Los länder donantes critican los fondos de compensación alemanes | Berlín tacha la propuesta bávara de populista ante los comicios del 2013 

 

Internacional | 12/02/2012 - Rafael Poch | Munich 
El pasado martes a las cuatro de la tarde, el maquinista Harald K., con 15 años de impecable servicio en su biografía, partía de la estación central de Munich completamente borracho. Con cien pasajeros a bordo, se saltó una parada, se paró en el túnel y abrió las puertas. La gente no entendía nada. Al final, tras saltarse un semáforo en rojo y mucho alboroto, el convoy fue bloqueado automáticamente por el sistema de seguridad. Cuidado con el metro de la capital bávara.

El segundo trazado del subterráneo no tiene dinero para su construcción. Son 2.200 millones, explica el alcalde Christian Ude, un socialdemócrata que gobierna la capital desde hace 19 años: una isla del SPD en coalición con los verdes, entre medio siglo de poder socialcristiano de la CSU, el eterno partido gubernamental bávaro. Munich es una de las ciudades más endeudadas de Alemania, más de 2.000 euros per cápita. Habrá que esperar a las elecciones generales del 2013, dice Ude, cuando, según él, cambiará la tortilla en Berlín, para conseguir fondos para su metro.

En esta ciudad, una de las más prósperas de Alemania, los tópicos son engañosos. En la Marienplatz, corazón de la villa, la estación del ferrocarril suburbano recuerda la barcelonesa estación de Sants de otros tiempos: escaleras automáticas que no funcionan, dejadez y obras. Obras desde hace años en el centro de la ciudad. Obras interminables. Grúas por doquier. Un panorama porcino-meridional, bastante familiar, pero ¿aquí?

Esto no es el "Alemania va bien" de pandereta de otras regiones alemanas, con millones de minijob, precariedad en expansión, y parados debajo de la alfombra –más de un millón, según los sindicatos– barridos por la contabilidad federal.

Esto es la "Alemania pata negra", con casi pleno empleo, sin trucos, un PIB de 442.000 millones de euros, casi el doble del catalán con menos del doble de población, industria sólida, innovación y alta tecnología. Pero falta autonomía fiscal, dicen los bávaros, inspirados por la disciplina europea.

El regador regado se llamaba una de las primeras películas del cine mudo. La capital de Baviera podría ser su escenario. Angela Merkel, que está regando Europa de austeridad sin que le crezcan las flores, comienza a ser regada por sus propios compañeros de coalición: si ella dice que los alemanes no deben pagar por la supuesta siesta de los griegos, los bávaros dicen que no quieren pagar la siesta de Berlín. En la Europa de la austeridad, el debate ha llegado a los fondos de compensación interalemanes.

"En Europa se está estableciendo un mecanismo de sanciones por el cual los países deficitarios tendrán que vérselas con multas", explica Markus Söder, ministro de Finanzas de Baviera.

Alemania debería hacer algo parecido de puertas adentro. "Si Grecia, Portugal e Italia tienen que hacer esfuerzos, también deberían hacerlos Renania-Palatinado, Bremen y Berlín", dice.

"Debemos orientarnos a Europa, estoy seguro de que la canciller no se opondrá a aplicar en Alemania un sistema que ya ha impulsado con todo su poder en Europa", dice el secretario de Estado bávaro para Economía e Infraestructuras, Martin Zeil.

La reivindicación se refiere al sistema llamado Länderfinanzausgleich (los fondos de nivelación entre estados federados), con los que los länder más ricos compensan a los menos boyantes. Baviera es el que más paga: 3.491 millones de los casi 7.000 millones que pasaron de los ricos a los pobres en el 2011. Por primera vez, prácticamente la mitad de todos los fondos de esa nivelación.

Zeil dice que de cada mil euros que su gobierno recauda del IRPF, gracias a su buena administración, Baviera se queda sólo 140. Los 860 restantes se van a los "estados malgastadores". Y Berlín es el principal de ellos: 3.000 millones de esa transferencia compensatoria son para la capital, donde uno de cada cuatro habitantes recibe subsidios sociales.

En Berlín el senador de Finanzas, Ulrich Nussbaum, responde que Baviera fue treinta años receptora de fondos de compensación antes de ser donante y que, "hay motivos históricos que explican que Berlín no se haya desarrollado tan bien como otros".

"Cuanto más exitosos somos, más debemos pagar, es como un castigo y lo contrario de la solidaridad", dice el ministro Söder, un hombre curioso, muy en línea con la Europa que asoma: mano dura con los inmigrantes, partidario de que se cante el himno alemán cada mañana en las escuelas, nada de velos y sí al crucifijo en las aulas, cultivar el patriotismo y la impronta cristianooccidental de Europa, así como las "virtudes alemanas": disciplina y puntualidad.

El berlinés y receptor Nussbaum acusa a Söder de populismo electoralista: el discurso se explica por las elecciones regionales bávaras de 2013 y apunta que en Baviera la movilización contra la capital prusiana siempre ha funcionado para unir las huestes.

Pero no es sólo Baviera, también Hesse y Baden-Württemberg, los otros dos grandes motores económicos de Alemania, y los mayores donantes, quieren establecer la disciplina europea en las transferencias internas.

"Ningún pago a los länder que incumplan la regla de oro, o que ya ahora apuntan hacia un incumplimiento del endeudamiento cero en el 2020", señala un documento interno de la CSU bávara. También se coquetea con un nuevo pleito ante el Tribunal Constitucional. Los estados alemanes tienen autonomía fiscal, pero solamente en la administración de sus gastos. En ingresos prácticamente sólo tienen autonomía sobre su endeudamiento. En el 2020 la celebre Schuldenbremse (el tope de endeudamiento) terminará hasta con esa posibilidad.