12 de febrer del 2012

Pacto fiscal en Alemania

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EDITORIAL   -   9.2.2012  -  La Vanguardia
La Alemania federal ha entrado en un proceso que puede terminar en el Tribunal Constitucional por la solidaridad fiscal entre los estados (länder). Baviera –que transfiere casi la mitad de los 7.300 millones de euros con que los tres estados más ricos subsidian anualmente al resto de los federados– ha puesto como límite el final de marzo para revisar las cuentas en un nuevo pacto fiscal. En caso contrario, amenaza con acudir al Alto Tribunal, demanda a la que podrían sumarse los länder de Hesse y Baden-Württemberg, que son, junto con la ciudad Estado de Hamburgo, los que aportan financiación al resto de los estados.

No es la primera vez que ocurre. En 1999, presionado el Estado federal por los länder donantes, se aprobó una tímida reforma del fondo de compensación territorial que apenas tuvo efecto. Ahora, en plena crisis financiera y económica, la cuestión de los desequilibrios regionales ha saltado de nuevo a la palestra con el argumento principal, según las autoridades bávaras, de que los subsidios interterritoriales no sólo no resuelven las diferencias económicas, sino que las consolidan, con el correlato de que las regiones más ricas pierden competitividad y se debilitan. La cuestión que se plantea es si debe ponerse un límite a la solidaridad y cómo esta puede ser más eficiente. Una polémica que existe en otros países europeos, como España e Italia.

La necesidad de revisar los fondos de compensación territoriales empieza a ser un clamor en Europa, especialmente ahora que la crisis económica y financiera ha puesto a todos contra las cuerdas. Cuando la solidaridad interterritorial se convierte en un cuello de botella para las regiones más prósperas, la amenaza de un colapso obliga a replantearse las transferencias de capital. Los subsidios pueden llegar a suponer un freno a las iniciativas para el desarrollo de las regiones menos prósperas, lo que amenaza el conjunto al convertirse en un proceso empobrecedor. Una pescadilla que se muerde la cola y que es preciso resolver cuanto antes.

Munich, Sttutgart y Frankfurt en Alemania, como Catalunya en España, reclaman un nuevo pacto fiscal. Ya no se trata del tantas veces traído y llevado egoísmo de las regiones más ricas y prósperas, sino de que las máquinas que tiran del resto de las regiones menos desarrolladas no pierdan fuelle. Para ello es necesario poner un límite a la solidaridad, tanto en la cantidad de recursos transferida como en el tiempo. Pero existen muchas resistencias a ello. En el caso de Catalunya, la sentencia del Constitucional de junio del 2010 declaró inconstitucional y, por tanto, nulo el inciso 3 del artículo 206 que ponía el límite de la solidaridad en un factor clave: "Siempre y cuando (las comunidades receptoras) lleven a cabo un esfuerzo fiscal también similar", lo que puede significar un carpetazo a la igualdad fiscal y, por tanto, a la competencia.

Desde esta columna editorial se ha defendido siempre la solidaridad entre regiones, pero también la necesidad de revisarla a medida que los desequilibrios se van nivelando, con el objetivo de que las más prósperas no terminen ahogadas por unos déficit fiscales que acaban por resultar demasiado onerosos. Esto es lo que ha ocurrido en la Unión Europea con los Fondos Europeos de Desarrollo Regional (Feder) y los Fondos de Cohesión en los que España ha dejado progresivamente de ser un país claramente receptor después de haberse beneficiado largamente de ellos.