Es el país donde se rompió la ortodoxia, la nación que espantó al sistema establecido al negarse a responder por los errores de sus bancos. Pero ahora es la envidia de los países europeos. Para ellos es el retorno a la recesión; para Islandia, un año de crecimiento y caída del paro.
Inés Abril - Madrid - 15/04/2012 - CincoDias-
Se dijo que Islandia sería un paria para la comunidad
inversora, que los fondos internacionales se retirarían, que su forma
heterodoxa de afrontar el estallido de su sistema financiero provocaría
un incendio a largo plazo que terminaría por arrasar su idea del estado
de bienestar. En ese fatídico octubre de 2008 Lehman Brothers saltó por
los aires y los bancos de Islandia quebraron en pleno. Era la
constatación de que el mundo occidental entraba de lleno en la Gran Recesión y el pequeño país del extremo noroeste de Europa cayó en una profunda crisis.
Pocos pudieron ahorrarse los adjetivos al describir la situación:
"Cuando visité Reikiavik en octubre de 2008 para ofrecer la asistencia
del FMI,
la situación del país era crítica. Los tres principales bancos de
Islandia —que representaban casi la totalidad del sistema financiero—
acababan de desplomarse con una semana de diferencia. La sensación de
temor y el estado de shock eran evidentes; pocos países, o ninguno, había experimentado jamás un colapso económico tan catastrófico como ese", recordaba Poul M. Thomsen, subdirector del departamento europeo del Fondo Monetario Internacional, en un artículo publicado en octubre pasado.
Todo el continente se estremeció. Ellos fueron los primeros; luego el
azote se extendió. Pero las respuestas no fueron las mismas. Islandia
optó por no cargar a los ciudadanos con los errores de sus bancos.
Europa, mientras, se embarcó en severas medidas de austeridad para
sostener a su sistema financiero.
El análisis puede resultar simplista, pero los resultados están ahí. El FMI acaba de publicar su última revisión
sobre el estado de Islandia y las previsiones dicen que este año su
economía crecerá un 2,4%, con un consumo privado tirando al 3% y
compensando la caída de la inversión pública fruto de las medidas de
austeridad. Y es que, sí, la temida consolidación fiscal ha llegado a
todas partes, pero en Islandia lo hizo "a su manera", en palabras del
FMI. Proteger el estado del bienestar se puso por encima de todo.
En territorios más templados, el corazón de Europa se prepara para un
2012 mucho más duro que el islandés. La austeridad aplicada en el
continente se ha parecido poco a la islandesa y ha frenado en seco el
crecimiento. Ahora, el FMI pronostica una caída del 0,5% para el PIB de la zona euro.
Alemania y Francia crecerán a unos anémicos 0,3% y 0,2%, mientras que
Italia se contraerá un 2,2% y España lo hará a una tasa del 1,7%, según
las estimaciones realizadas por el Fondo Monetario Internacional en
enero.
La temida W, la doble recesión, la recaída en el decrecimiento
económico después de superar una contracción que todavía está muy
reciente es más que una amenaza para Europa. Islandia, con caídas del
PIB que rozaron el 7% en 2009, se la va a saltar.
"Unos países han elegido los planes de austeridad para salir de la crisis", explica Miguel Paz, director de gestión de Unicorp Patrimonio.
Y no están funcionando. Es lo que le pasa a España, aunque parece que
en el continente no lo ven igual. Por eso, "el castigo a España está
viniendo de fuera de Europa, porque los países comunitarios y el BCE están
elogiando las medidas de consolidación fiscal adoptadas, pero no son
los deberes que exigen los inversores. Si no hay crecimiento, no van a
apostar por nuestras empresas o nuestra economía", añade Paz.
Otros países han adoptado estrategias distintas. Es el caso de Estados Unidos y los resultados están a la vista. Y, por supuesto, de Islandia.
En el informe publicado esta semana sobre la pequeña isla europea, el
FMI destaca cómo ha reducido su sistema bancario, que suponía un temible 900% del PIB
antes de la crisis y que se cuenta por el 200% ahora, con todos los
bancos perfectamente capitalizados. La demanda privada está respondiendo
y el mercado de valores da cada más vez signos de vida, mientras que el
desempleo caerá este año a un envidiable entorno del 6%, aunque para
una economía acostumbrada al pleno empleo eso siga siendo doloroso.
Eso sí, Islandia todavía tiene problemas por delante. Su deuda
pública sigue suponiendo el 100% del PIB y la deuda privada es alta. La
inflación no está todo lo controlada que se quisiera. En cambio, el país
está adelantando el pago de sus compromisos con el FMI, el año pasado
resucitó en el mercado de bonos y las tres agencias de calificación le han devuelto el grado de inversión.
Con cierta perspectiva, el FMI admite que tuvo que usar "herramientas
de política al margen del conjunto de herramientas tradicionales" para
su programa en Islandia y que la "combinación ecléctica de
políticas ha sido eficaz". Pero la ortodoxia sigue predominando. Por si
acaso había alguna duda, el subdirector del departamento europeo del FMI decía
en octubre que no tenía claro si las enseñanzas aprendidas en el caso
islandés podrían aplicarse a otras regiones, "como a la zona del euro
afectada actualmente por la crisis", señalaba.
Es verdad que Islandia dispone de armas, como moneda propia, que en
lugar de sembrar el caos han supuesto un salvavidas. Pero lo cierto es
que ha salido en dos años de una crisis que daba pavor a los economistas
más curtidos. Europa, en cambio, se encamina a otro coletazo negro de una tormenta que parece no terminar nunca.
"Hay dos maneras de salir de la crisis y la que está funcionando es
la de los países que ponen dinero", añade Paz. "Para España, la única
manera de salir de la crisis es que haya crecimiento global y que ese
crecimiento nos arrastre a nosotros". Puede que España en solitario
no tenga capacidad de poner en prácticas recetas a la islandesa o a la
estadounidense, pero Alemania sí puede. Y ya no son solo economistas
heterodoxos los que lo reclaman. España podría ser la próxima economía
de la zona euro en caer y lo haría por culpa de la "mala gestión" de la
crisis de deuda liderada por Alemania, afirmaba The New York Times este viernes en un editorial.
El escrito reclamaba un mayor apoyo al crecimiento y menos medidas de
austeridad. Como mínimo, hay materia para la controversia económica.
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