¿Pueden equivocarse los médicos en su diagnóstico? Un niño que toca el
violoncelo en el Auditorio Nacional de Madrid. Unos médicos
diagnosticaron malformaciones, pero otros médicos lo salvaron al nacer
de estas malformaciones.
“Vivo, pero que muy vivo”: Así titula Arturo Espinosa Fernández, en el diario ABC,
un artículo en el que muestra la historia de su nieto Ignacio: “Una
malformación hacía posible que el niño naciera sin pared abdominal, o
sea, con el hígado, el intestino y el estómago al aire”.
“Hoy, diez años después, no es que esté vivo. Más bien está muy vivo,
gracias a Dios y, cómo no, a los cirujanos y neonatólogos del Hospital
La Paz que lograron sacarle adelante”, explica el orgulloso abuelo, que
muestra cómo su nieto toca el violoncello: “¿Se imaginan la felicidad
que supone para un abuelo escuchar cantar a su nieto Carmina Burana, de
Carl Orff, en el Auditorio Nacional de Música, de Madrid? ¡Una gozada
monumental!”.
Su artículo termina siendo demoledor: “Activistas de Femen: Ustedes no
podrán disfrutar jamás en un caso semejante, puesto que habrían impedido
el nacimiento de esta criatura”.
Me dijeron que el niño iba a morir
Me dijeron que el niño iba a morir
La historia de Ignacio San Juan impresiona. Su madre, Marta Espinosa, explicaba en Fin de Semana de COPE
cómo vivió los primeros momentos: “Cuando yo me quedé embarazada por
primera vez, en una de las ecografías encontraron una malformación, que
era una cosa muy extraña y poco frecuente” y añade: “Me dijeron que el
niño iba a morir y no había posibilidades de sacarlo adelante”.
Marta explica la malformación con la que nació su hijo. Una
malformación grave y muy rara: “Los niños no cierran su abdomen. Todo lo
que está dentro de su paquete abdominal (el hígado, el intestino, el
estómago) queda fuera del abdomen. Primero me dijeron que era muy
difícil que el embarazo llegara a término y después que era muy difícil
que saliera adelante”.
Reconoce que Ignacio era carne de aborto, pero muestra su gratitud por
“encontrarnos con gente que nos contó objetivamente cómo eran las cosas y
sí nos dijeron que había posibilidades de curarlo”.
Fueron años duros:”Nada más nacer tuvieron que colocarle una especie de
malla que le introducía los órganos hacia dentro. A los diez días de
nacer se lo cerraron y durante años estuvo con una sonda por la que le
introducíamos la comida. A los cuatro años tuvo una obstrucción
intestinal y le tuvimos que operar otra vez”, explica Marta Espinosa.
Este chico llegará a ser algo grande
Este chico llegará a ser algo grande
Ahora Ignacio San Juan tiene 10 años, toca el violonchelo y le gusta
nadar. El mismo mostraba en COPE sus recuerdos: “Me acuerdo que a los 4
años me pusieron una gastrostomía. Dentro me metían la comida y cuando
me bañaba en el mar me la tenía que cambiar”.
Su abuelo Arturo Espinosa lo tiene claro: “No es un portento físico,
pero he de reconocer, que nadar, lo que se dice nadar, lo hace bastante
mejor que yo. En el mar y en la piscina. Y lo digo con total
satisfacción. Con mi moral por las nubes, vengo diciendo a mi familia y a mis amigos que este chico llegará a ser algo grande”.
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