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El diario El País, considerado un adalid del progresismo en España, acaba de censurar un artículo de opinión que había encargado previamente a Carlos Herrera porque el locutor escribió al final del mismo que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero “dice proteger a la infancia pero sólo si ha salido ya del canal del parto”.
No se puede considerar precisamente de lo más ético que un diario que se considera pluralista recurra a la censura para impedir que un texto ‘por encargo’ aparezca en sus páginas argumentando cuando lo recibe que es “incorrecto” y “no coincide con la línea editorial”.
Evidentemente, el director de cualquier diario está en su derecho de publicar aquello que crea más conveniente. Pero, cuando se trata de un encargo y, además, la línea editorial del diario da lecciones de modos a los demás, como es el caso de El País y su director, Javier Moreno, no es de recibo hacer precisamente aquello que se critica en otros medios.
El País fue el diario elegido por Julian Assange para publicar en exclusiva los cables divulgados en España por Wikileaks. La publicación en el diario de Prisa del material filtrado Assange provocó las criticas de un sector de la opinión publica española. En su defensa, El País esgrimió el argumento del libre acceso a la información y la libertad de prensa, algo que contrasta ahora con el episodio de censura aplicada a Carlos Herrera.
Y no es la primera vez que sucede algo parecido con El País. De hecho, se podría hacer una especie de ‘Wikileaks’ con los informes censurados en este diario.
El texto de la discordia
El ‘crimen’ de Carlos Herrera para ver censurada su opinión en el diario de Prisa es haber escrito el siguiente párrafo, al final de su artículo: “No soporto los moralismos sobrevenidos ni los integrismos irritados, y esta ley, en lugar de conciliar intereses, aviva no pocos demonios irascibles. Muy acorde con un gabinete que dice proteger a la infancia pero sólo se ha salido ya del canal del parto”, según informa El Confidencial Digital.
Y este es el texto íntegro del artículo que escribió Carlos Herrera y que se estrelló contra la censura de El País:
Artículo censurado en El País:
Menos humos
Carlos Herrera
Aún soy incapaz de prever si la aplicación de Ley Antitabaco promulgada por el gobierno socialista español derivará en un recalentamiento del malestar producido por sus evidentes excesos, con protestas, insumisión y "revuelta" incluidos, o si, finalmente, será deglutida sin más problemas que algunos chispazos iniciales por la totalidad de la población. No fumar en los bares hará que los fumadores permanezcan menos tiempo en ellos, pero también que los no fumadores lo hagan de forma más satisfactoria.
No hacerlo en los restaurantes provocará que aquellos que gozan de un cigarrillo tras la comida dejen de pedir el café y la copa y se busquen la vida en el exterior. Mientras haya terrazas y el frío -o el calor- no sean extremos, los aspiradores de humo tendrán una salida, siempre que no acaben prohibiendo hacerlo también ahí, cosa que no habría que descartar. Quien les habla, ex fumador de cigarrillos y ocasional fumador de puros no tiene problema por ello: España no es Noruega y goza de un clima lo suficientemente benigno como para aliviarse en el exterior de un local.
Lo particularmente rechazable de su concepción proviene de aspectos concretos altamente absurdos: no poder fumar en las terrazas de bares que estén relativamente cerca de un puñado de toboganes -a los cuales no llegaría el humo ni con cañones de nieve artificial-- es una estupidez de corte neoyorquino, ciudad en la que a un amigo le llamaron la atención por fumarse un cigarrillo cerca de las puertas giratorias de un hotel; según el estólido conserje podría entrar alguna brizna de humo por el revoloteo de la puerta y alcanzar el interior del Hall.
Si a ello se suma la absurda invitación a la delación efectuada por la ministra de la cosa, se presume en el ambiente ese escenario tan del gusto del gobierno de nuestras carnes: el enfrentamiento de ciudadanos. Teóricamente, ni siquiera podría un sujeto fumarse un cigarro en su balcón si éste es un primer piso y está próximo a los dichosos "parques infantiles". Ya ven.
No soporto los moralismos sobrevenidos ni los integrismos irritados, y esta ley, en lugar de conciliar intereses, aviva no pocos demonios irascibles. Muy acorde con un gabinete que dice proteger a la infancia pero sólo si ha salido ya del canal del parto.
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