El 29 de mayo la Comisión Europea emitió
su “Evaluación del Programa Nacional de Reformas y del Programa de
Estabilidad de España para 2013”
(http://ec.europa.eu/europe2020/pdf/nd/swd2013_spain_es.pdf).
En la página 38 se lee: “Hay que analizar con más rigor la relación
coste-beneficios de los proyectos propuestos a fin de evitar nuevas
sobreinversiones y optimizar la infraestructura existente. El Programa
Nacional de Reformas 2013 expone algunos objetivos contradictorios para
la política de transporte, como reducir los costes de explotación de la
red y seguir construyendo líneas ferroviarias de alta velocidad”. En la
Comisión saben que el AVE es cómodo, rápido, y puntual. También que su
inversión no se recupera. Y aún más, lean bien, que cada nueva inversión
agrava el problema de los costes de explotación.
Ya nadie discute que la inversión es a
fondo perdido. La última trinchera argumental es que pasa igual con
todas las infraestructuras. Pero los aeropuertos y puertos, como
sistema, financian inversión y operación con pago de usuarios. Y las
autopistas tienen un grado relevante de financiación por peajes (donde
los hay, y sin rescates masivos) y de impuestos sobre combustibles.
El AVE tampoco mantiene la red y
estaciones. El canon que Renfe paga a Adif (gestor de infraestructura)
no llega. Entre las incógnitas más cuchicheadas está cuándo explotará la
situación financiera de Adif. Los plazos de amortización que superan
hasta en el 70% los de Francia y las tasas de amortización crecientes
en el 3% pasan factura en el futuro, y el futuro ya está aquí. Por
último, y sobre coste estricto del servicio móvil, los anuncios de
líneas ‘rentables’ olvidan cómo se ha pagado gran parte del material
móvil. Nadie encontrará ese nivel de detalle.
Sobre efectos sociales, los beneficios
ambientales sólo se dan en líneas de gran demanda. En las de uso
moderado toma una eternidad compensar las emisiones de la fase
constructiva. En las de poca demanda el AVE daña el medioambiente. ¿Y su
contribución al equilibrio territorial? Pues su servicio suele desviar
actividad de los nudos más pequeños a los principales. ¡Vaya! Más
información sobre estos aspectos se encuentra en mi libro (con Daniel
Albalate) The Economics and Politics of High-Speed Rail (Lexington Books)
Con todo, es normal que los líderes
regionales quieran tener cuanto antes su AVE a Madrid. Es cómodo,
rápido, y puntual. Además, Aznar lo prometió en 2000 a todas las
capitales de provincia, en 2004 Zapatero añadió dos huevos duros (1000
km más), y en 2012 Rajoy, a través de su ministra de Fomento, adoptaba
el lema: ‘el AVE nos hace más iguales a los españoles” (sic).
Porque sin AVE no hay paraíso. Otros, más tontos y más pobres, se conforman con no tener el 27% de paro.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada