¿Nos está
diciendo la verdad el Gobierno sobre lo que pasa realmente con Cataluña?
Todo parece indicar que no. En la realidad, no está tan claro que la
Generalitat esté perdiendo el partido.
¿Nos
está diciendo la verdad el Gobierno sobre lo que pasa realmente con
Cataluña? Todo parece indicar que no. En la realidad, no está tan claro
que la Generalitat esté perdiendo el partido.
Desde hace meses, desde los primeros días de septiembre, Rajoy
tiene sobre su mesa de trabajo el informe, confidencial como no puede
ser de otra manera, de los servicios de inteligencia (en plural y en
minúscula porque son varios estos servicios) en el que, al menos, se
informa de tres conclusiones de extraordinaria trascendencia: primera,
de que empieza a abrirse una brecha de solidaridad con España en algunos
países europeos; segunda, de que hay un “embajador” catalán en Viena
que está llevando con singular éxito las relaciones del Govern
con la Unión Europea y más concretamente con los estados que más
recientemente se han constituido como tales; tercera, que, y esto
resulta medianamente positivo, no existen demasiadas posibilidades de
que al fin, Puigdemont y su cuadrilla puedan celebrar, como quieren y pretenden, el referéndum de independencia.
Aún se puede añadir una cuarta conclusión: que el actual descenso del
ánimo independentista, el “soufflé”como se le denomina en los citados
servicios de inteligencia, puede revertirse, cambiar en cualquier
momento; es más, en muy breve plazo. ¿Cómo? Fácil si el fuguista
presidente de la Generalitat consigue que los anarquista furiosos de la
CUP aprueben sus Presupuestos, y si sale de su prevista, y aún no fijada, entrevista con Rajoy, presentándose como una víctima absoluta de la intransigencia de “Madrit”.
Todo lo que han escrito (porque sí, lo han dejado por escrito) los expertos del Centro Nacional de Inteligencia y de otros servicios, está en manos de Rajoy y, desde luego, de la vicepresidenta “para asuntos catalanes” Soraya Sáenz de Santamaría con la que el director del CNI
suele despachar con gran asiduidad, probablemente una vez por semana.
Estos despachos encierran singular importancia porque la vicepresidenta
logró cuando se constituyó el Gobierno a última y casi a la desesperada,
que el jefe Rajoy se aviniera a que el CNI no pasara a depender directamente de Ministerio de Defensa cuya titular y Santamaría no se guardan simpatía alguna.
El hecho de que la vicepresidenta reciba toda la información pertinente del general Sanz Roldán
le convierte en una fuente de decisión imprescindible a la hora de
fijar la estrategia gubernamental con Cataluña, incluso con sus
independentistas más inflexibles.
Rajoy, Santamaría y probablemente el ministro Dastis,
titular de Asuntos Exteriores, saben que los parlamentos de Holanda,
Dinamarca y Noruega, se están mostrado últimamente muy proclives a
pedir al Gobierno español un acuerdo para que el referéndum de
autodeterminación de Cataluña se negocie “bilateralmente” con el
Ejecutivo de Puigdemont, una postura que preocupa
enormemente en Madrid donde nunca se creyó que iniciativas de este tipo
pudieran siquiera plantearse. Esto explica que el ministro Dastis haya salido esta semana a la palestra recordando que ni la Unión Europea, ni el Consejo son favorables a la consulta pactada.
Lo que ha hecho Dastis es
algo más que un recuerdo: es un movimiento de presión para cortar por
lo sano las proclamas de los mencionados parlamentos que pueden tener un
efecto dominó y trasladarse a otras asambleas europeas. Es curioso que
estas proclamas parlamentarias hayan tenido un nulo eco en España donde
casi ningún medio de información se ha ocupado de este movimiento que
puede constituirse en el embrión ejemplarizante de otros similares en
países diferentes de la Unión Europea.
El "embajador"de Cataluña en Austria
El Gobierno popular español conoce también
al dedillo las actividades del denominado abusivamente “embajador” de
Cataluña en Austria, un experto en relaciones internacionales, que habla
mejor alemán que la propia Merkel, al que se le califica como “especialmente listo” en los informes de la Inteligencia. Este Adam Casals
lleva trabajando en Viena desde julio de 2005 y desde luego sus
cometidos se alargan mucho más de los reducidos que pueda desarrollar en
la ciudad del Danubio Azul, porque Casals tiene encomendadas por el peculiar conseller de Exteriores de la Generalitat, el madrileño Raúl Romera, las relaciones nada menos que con otros cinco estados más: Eslovenia, Croacia, Chequia, Eslovaquia y Hungría.
No es inocente este encargo porque los
primeros países citados son independientes desde hace apenas treinta
años y tienen una sensibilidad muy notable respecto a procesos de
secesión como los que ellos vivieron tras las caída del telón de acero y
la consiguiente derrota del régimen soviético. Inteligencia y por
tanto el Gobierno saben de las martingalas de este individuo y son,
según hay que esperar, perfectamente conscientes del peligro que
supondría el triunfo de las actividades, muy bien financiadas por cierto
con el dinero de todos los españoles, de Casals, su representación y por consiguiente del Govern de la Generalitat.
La única buena noticia que se inscribe en
los informes recientes antes citados es que los “espías” de nuestra
Inteligencia que trabajan en Cataluña coinciden en que el referéndum tal
y como lo conciben los separatistas catalanes no va a poder celebrarse.
Ahora bien: ¿significa eso que Puigdemont y sus
secuaces en la sedición renuncien a una consulta singular por chapucera
que ésta pueda ser caso de volver a celebrarse? De ningún modo: la
decisión absolutamente imparable, según el CNI, de los independentistas es ésta: si no nos dejan referéndum, habrá consulta.
Es de suponer que el Gobierno de Rajoy
trabaje en este escenario y que ya haya elaborado un plan para impedir
incluso la apertura de urnas de cartón en el mes de septiembre, en un,
procedimiento tan cutre pero tan real como el que ya se perpetró ahora
hace dos años. Recuérdese a este respecto que las papeletas que
introdujeron los catalanes que se acercaron a los ilegales colegios
electorales, fueron elaboradas en una prisión dependiente de la
Generalitat. Si ello se repitiera ahora, ¿estaría el Gobierno de España
dispuesto a impedir punitivamente la impresión de tales papeletas?
A nueve meses de la amenaza consultiva de
la Generalitat, sería conveniente que el Gobierno aclarara todos estos
extremos. En el Centro Nacional de Inteligencia debería funcionar algún
departamento destinado a defender la Constitución y todo lo que ella
guarda. Con seguridad de que lo antedicho tiene cabida en esta sección.
Los españoles y los agentes de Inteligencia que nos protegen seguimos
denunciando que el papel del Gobierno en Cataluña sigue siendo o muy
modesto o claramente ineficaz. Y encima, tal papel se ha iniciado muy a
destiempo. No es imposible que los barreneros de España nos estén
comiendo la merienda.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada