Si uno vive y trabaja en Catalunya,
tiene aquí su familia, e incluso si sus hijos y/o nietos han nacido en
este territorio, y no se autopercibe como catalán, será que es un
español que reside en Catalunya, como podría residir en la Rioja o en
Castilla la Mancha.
Los argumentos a favor de una Catalunya independiente, separada de España, escapan de su horizonte mental.
La racionalidad del proyecto independentista catalán no tiene
fisuras, ni en lo político, ni en lo económico, ni en lo social. Luego,
¿por qué esta cerrazón? ¿Por qué no aceptar un cambio que mejoraría sus
condiciones de vida?
Yo veo dos grandes factores de rechazo, con matices para cada uno de ellos.
El grueso de los que se oponen se halla totalmente desinformado. Son
grandes colectivos pertenecientes a los segmentos medios y bajos de la
población, de cultura castellana, que nunca se han interesado por la
lengua, la historia y los valores de la sociedad en la que se hallan
insertos y que, en definitiva, no han dado ningún paso para integrarse.
Se alimentan a diario de los medios españolistas (televisiones, radios,
prensa), que les ofrecen una lectura sesgada, falsa y en muchas
ocasiones perversa del hecho catalán. Esto es tan así que a veces ellos
mismos no comprenden ese relato catastrofista que les venden, aunque
acaben callando. Este bloque se halla situado sobre todo en la periferia
de las grandes ciudades. No son independentistas porque ignoran la
realidad. Si además reciben el mensaje del miedo (miedo a perder las
pensiones, miedo a que les obliguen a hablar en catalán, miedo a que se
cierren las fronteras y no puedan ir a su pueblo de origen en verano,
etc.), la ignorancia se multiplica. Son fáciles de manipular con
sentimientos patrioteros: “la roja”, la “feria de abril de Cataluña”, la “copla”, etc. La síntesis de su posición en contra es una suma de desinformación, miedo y patrioterismo.
Un segundo grupo construye su rechazo en función de su interés. Buena
parte de los funcionarios del Estado Español, que viven y trabajan en
Catalunya, no están interesados en la “aventura independentista”
porque creen que saldrían perjudicados, pues podrían perder parte de
los privilegios que les otorga su condición. Es un interés económico y
social. Podemos añadir a este colectivo aquellos ciudadanos catalanes de
estratos medios y superiores que se han visto favorecidos por el modelo
español actual: empresarios cuyo principal mercado es el español y no
han hecho nada para cambiar su modelo de negocio, personas físicas o
jurídicas con concesiones administrativas muy rentables, profesionales
bien remunerados gracias a sus vínculos con el poder central, etc. Su
interés es simplemente económico.
Por último, hay que mencionar un segmento que parece no ajustarse a
sus compañeros unionistas (donde tenemos todo un repertorio de gentes
escoradas a la derecha), ya que su posición ideológica está al otro lado
del espectro. Nos estamos refiriendo a la etiquetada como “izquierda oficial-oficiosa”.
Tras la dictadura, la izquierda oficial pactó con la derecha
franquista y blanqueó sin pestañear los cuarenta años de represión,
tortura y muerte. Le pusieron a este período un código atractivo (la “Transición”) y
empezaron a alcanzar cotas de poder, primero en los municipios y, más
adelante en las principales instituciones del Estado. Sin darse cuenta,
entraron en la mecánica de la alternancia, con la ventaja de que cuando
ellos mandaban, contaban con la aprobación ingenua de una gran parte de
la población: ellos eran “los buenos”. Y tanto les gustó ese
escenario, que acabaron idealizándolo. Con el tiempo, esta narrativa se
impuso entre las generaciones más jóvenes (la izquierda oficiosa), que
creían mantener la llama viva de la izquierda histórica. Y la izquierda
española –conviene recordarlo- ha sido siempre nacionalista (desde
Azaña a Largo Caballero, desde González a Iglesias). Podríamos incluir
aquí a los jóvenes “rupturistas” que han “okupado” el
Ayuntamiento de Barcelona y el Área Metropolitana, en tramposa alianza
con la delegación de ventas del PSOE en Catalunya. Los activistas de
este grupo han dado un paso más al enfrentarse directamente con los
partidos soberanistas, a quienes quieren arrebatar el govern de la
Generalitat, para acabar pactando con una España “democrática” inexistente.
Es por ello que la “izquierda oficial y oficiosa” (no los
que las votan sino los que las representan institucionalmente) no
comprende el deseo de independencia de buena parte del pueblo catalán,
aunque, cuando les ha convenido, hayan defendido el derecho de los
pueblos a la autodeterminación (que es lo que dice su tradicional “manual del buen revolucionario”).
El caso de este colectivo exigiría un psicoanálisis grupal, terapia
de imposible instrumentación. No son independentistas porque no pueden
serlo, aunque quisieran. Primero tendrían que asumir sus contradicciones
(eso también lo recomienda el “manual”), aceptar el hecho
diferencial catalán, cuestionar su concepto de nación, revisar su
trayectoria política, reconocer sus errores históricos, liquidar su
dogmatismo ideológico. Un tremendo esfuerzo de autocrítica al que no
están acostumbrados.
No nos confundamos. La voluntad de independencia de Catalunya tiene
sus actuales fundamentos en la rebelión de las clases medias catalanas
en su espectro más amplio, que han tomado un papel hegemónico en su
enfrentamiento con el Estado. Es la sociedad civil catalana la que se
enfrenta a los poderes dominantes y es justamente esto lo que
desconcierta a los nacionalistas españoles.
Notas:
(1) Nuestra cita sirve para contextualizar la revolución en las coordenadas de una Catalunya independiente.
(2) En lectura seleccionada tenemos un texto del gran Xammar,
escrito hace ochenta y cinco años, en el que pide la restauración de la
dignidad nacional para Catalunya. ¿Qué hemos hecho desde entonces en
este sentido?
(3) En mi biblioteca, hemos elegido un libro clásico para
entender el capitalismo a través de sus grandes pensadores. Una visión
crítica muy bien desarrollada.
(4) En “de otras webs” tenemos la denuncia de Eugènia de Pagès
sobre la cerrazón histórica castellana respecto a los derechos de los
ciudadanos, centrado en la figura de un científico como Ramón y Cajal.
http://www.alfdurancorner.com/
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