14 de setembre del 2012

El artículo 155, Enric Juliana



El PP saca el espantajo de Ibarretxe..., en un momento de frialdad catalana ante lo vasco

Enric Juliana Enric Juliana, Madrid,  14/09/2012
Artur Mas estuvo bien ayer en Madrid. Claro, directo, respetuoso, un castellano más que correcto y la imprescindible ironía catalana en un hombre poco dado a los rasgos de humor. Cuando le preguntaron si quería ser el nuevo Companys, puso las manos en alto, sonrió ante el tribunal y dijo que no, que prefería ser una mezcla de Enric Prat de la Riba y Francesc Macià, sin precisar con qué dosis del uno y del otro. Ni puta, ni Ramoneta, ni José Sazatornil en La escopeta nacional. La acritud de algunos de los comentarios que posteriormente circularon por internet -el periodista Ramírez lo trataba ayer por la tarde de "majadero"- acreditan que actuó con inteligencia y sin miedo. Es muy importante no tener miedo en Madrid. El carácter castellano horneado en la brega madrileña, un carácter con voluntad de poder, detesta el miedo.

El foro Nueva Economía tuvo que habilitar dos salas del Ritz. El Gobierno optó per el desplante. No acudió ningún ministro y Jorge Moragas, jefe de gabinete de Mariano Rajoy, envió a la directora general de Asuntos Jurídicos-Institucionales, doña Cristina Ysasi-Ysasmendi Pemán. Sí acudió el jefe de la Casa del Rey, el diplomático Rafael Spottorno, hombre poco habitual en los desayunos políticos de Madrid. También estaba presente la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, mujer de armas tomar que completa con Ana Botella y Esperanza Aguirre el potente triunvirato femenino que manda en Madrid DF.

Pese a que la consigna gubernamental es enfriar todo lo que se pueda los efectos de la gigantesca manifestación de Barcelona, desde algún centro de decisión del Partido Popular se ha dado la orden de caracterizar a Artur Mas como el nuevo Ibarretxe. Como no manejen la analogía con cuidado, le regalan la mayoría absoluta a CiU en las elecciones que, con gran probabilidad, se celebrarán antes del próximo solsticio de verano. Catalunya no es el País Vasco y el catalán medio comienza a estar escamado con el clúster vasco-navarro, el mayor privilegio realmente existente en España. La relación psicológica de lo catalán con lo vasco se halla en un punto crítico. Yo no sacaría a pasear a Ibarretxe para asustar al botiguer y al obrero de la Seat.

Un sector de la derecha española, sin embargo, está obsesionado desde hace años con trasladar al interior de Catalunya la amargura y la fractura social que el terrorismo ha provocado en Euskadi. Pese a que hay sectores catalanes de escasa inteligencia política dispuestos a caer en esa trampa -la carlinada, los milhomes, que decía Gaziel-, no es fácil partir Catalunya en dos. La lectura de la manifestación del Onze de Setembre como un acontecimiento exclusivamente independentista -una lectura especialmente grata al periodismo progresista, al que no le hace ninguna gracia lo que está pasando en Catalunya- es errónea. Y de las lecturas erróneas salen portadas y políticas erróneas.

Mas, les decía, estuvo bien e incluso maragalleó un poco. En un momento dado, al ser preguntado sobre el federalismo, tuvo un lapsus pasqual: "Sólo somos federalistas en Catalunya". ¡Caray!

Hay tensión en Madrid -en el Madrid político y mediático-, hay gente que pone muy mala cara, Twitter va que arde, nadie sabe qué va a pasar, pero la cuestión catalana tiene esta vez más verismo. Inevitablemente, alguien invocó en el coloquio el artículo 155 de la Constitución, que habilita al Gobierno, previo acuerdo del Senado por mayoría absoluta, a suspender el ejercicio de la autonomía. Chirrió. Hubo miradas de embarazo. No estamos en octubre de 1934.