(Republico aquest article, dels més visitat de la blog (1.308 entrades fins ara). Inicialment publicat a la Cuca de Llum el 2014)
De repente me ha embargado un sentimiento de amargura tras leer su artículo dominical de 26 de enero en La Vanguardia.
Siempre le he considerado un personaje razonable....
Tras leer su artículo, sospecho que la consigna corporativa de sumisión monárquica de La Vanguardia no solo afecta a su plantilla periodística. De ahí parte mi amargura; una amargura solidaria con la dignidad de unos profesionales.
Como se puede imaginar, no es la primera vez que le echo un vistazo a su recuadro periodístico, pero jamás tropecé con uno tan precavidamente disperso. Enseguida me hizo pensar en aquel jugador de futbol que pretende centrar y chutar a la vez, pero acaba lanzando la pelota a la tercera gradería.
He leído muchas diatribas de solidaridad unionista, pero en esta ocasión, creo que la suya se ha pasado de peregrina. Desde que los catalanes decidimos decir basta, no hay miedo al que no se haya recurrido. Lo que nadie puede hacer, es regatearle originalidad a su argumento "visadófobo".
Presume usted de ser muy viajado, como pretendiendo que esta circunstancia avala sus conclusiones; nos relata una serie de anécdotas que tilda de incoherentes que parecen perseguirle por doquier. Si yo fuera algo más osado me atrevería a decirle que tanto viaje le ha restado periodos de serena reflexión.
Nos aconseja a los catalanes que hemos de vender la piel del oso antes de cazarlo. Que debemos preocuparnos antes que nada por los visados que nos exigirán unos funcionarios sin entrañas; por la supuesta volatilización de la pensión de la abuela, por la cartilla del seguro etc. etc. -todos ellos ya me perdonará, argumentos de vuelo gallináceo-.
¿Cómo se las arreglaron los pobres noruegos tras separarse de Suecia?
¿Cómo lo hicieron Estonia, Croacia o Eslovenia tras independizarse y
crecer a partir de aquel momento un 4% promedio sobre su PIB? ¿Vamos a
hacer un drama solo por el hecho de estar estratégicamente mejor
ubicados en Europa que ellos?
Preocupado por sus relatadas incoherencias, parece olvidarse de algo que
tendría que percibir como cotidiano; del único elemento coherente e
inmutable en la Europa de los negocios, que es el factor económico.
Reconozco avergonzado no haber viajado a su ritmo, pero he picado piedra
durante 15 años en Europartners, el primer holding bancario
europeo, y no puedo dejar de sonreír cuando alguien pretende convencerme
de que Moldavia, Montenegro y Turquía serán miembros de la UE, mientras
que la sexta potencia industrial de Europa, la Cataluña del magnetismo
gaudiniano, del Barça, de los JJOO mejor organizados de la historia, de
las convenciones internacionales, el portal del Mediterráneo, sería
condenada a galeras.
Estimado Pedro; usted y yo somos de la misma quinta y me apuesto las
pestañas a que el porvenir de Cataluña no se reducirá a una cuestión de
visados; dependerá sin la menor duda de una decisión política respaldada en argumentos estratégicamente económicos. Ya me gustaría a mí que no fuera así, pero es lo que hay.
Es cierto que técnicamente, tanto Cataluña como Escocia dejarían presumiblemente de pertenecer a la UE al solemnizar su independencia, pero en la City se cruzarían apuestas para ver cuantas semanas tardarían en regresar. Probablemente y como consecuencia del rencoroso veto hispano, no lo haríamos como miembros de pleno derecho, pero nadie nos va a expulsar del espacio Schengen y probablemente tampoco de la EFTA. Difícilmente ningún alto tribunal europeo osará desposeer a los ciudadanos catalanes de su condición comunitaria (sería un inmerecido castigo para Camacho, Rivera, Albiol y Navarro que se han vaciado luchando por un lugar de destino en lo universal). Las multinacionales y las grandes empresas ya se encargarán -por la parte que les toca-, de que la libre circulación de capitales y mercaderías no se vean taponadas precisamente en la válvula del corredor mediterráneo. Por su parte, los acreedores de la Deuda -tanto públicos como privados-, ya se curarán en salud para que no paguemos en "catalanets de cobre" -moneda que Cataluña adoptaría como represalia ante una hipotética expulsión de la UE- (no íbamos a ser tan necios para seguir en el euro). Parece querer olvidar por otra parte, que si no hay acuerdo con España, tampoco hay asunción de la Deuda alícuota y ahí es justamente donde más les duele.
Puestos a fabular, pensemos en una Cataluña fuera de la UE, taponando el
corredor mediterráneo y recuperando todos sus resortes financieros para
actuar sobre sus tipos de interés, su moneda etc. Con una irrisoria
deuda del 26% sobre el PIB, y 16.500 millones liberados anualmente,
podríamos hacer auténticas diabluras. No hablo de constituirnos en
paraíso fiscal -porque eso quedaría feo-, pero si podríamos
perfectamente situar los impuestos sobre el capital a la mitad de los de
España. En términos vulgares, a eso se le llamaría un grano en el
trasero de la madre patria, y sería precisamente la madre patria la primera en exigir nuestra inmediata reincorporación a la UE.
Antes de vender la piel del oso, lo prioritario es poner en valor y de forma solemne, la soberana voluntad del pueblo de Cataluña. Es a partir de entonces cuando podemos empezar a pensar en si le disparamos o no al oso. Le aseguro que al día siguiente de la votación no quedaremos inevitablemente embarazados. Igual le damos una sorpresa y agobiados por "la presión del visado", decidimos no independizamos. De colega a colega: espero no darle esta satisfacción.
Manuel Puerto Ducet (@puerto_duc)
Es economista y profesor mercantil, ex director regional en Cataluña y Baleares de BANIF (Santander), autor del libro 'Oligarquía financiera y poder político en España' y miembro de SÚMATE
1 comentari:
Inpecable!
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