#40 – Rien ne va plus. It’s now or never. O caixa o faixa. Todo o nada (Ante el 27-S).
18 setembre 2015
Ya sé que no soy neutral y también sé que a veces es razonable
considerar lo irracional como base de una opinión, pero me cuesta
horrores comprender por qué todavía hay ciudadanos de Cataluña que no
están a favor de la transición hacia el estado propio. Las motivaciones
sociales y económicas que aconsejan dejar de depender de los gobiernos
de Madrid son tan abrumadoras, que cualquier habitante de Cataluña que
tenga previsto seguir siéndolo, debería apostar por la independencia,
salvo que tenga un nulo apego a su propia dignidad o haya sido vilmente
engañado.
Ya sé que no soy neutral, pero pueden estar seguros que si un día
descubro a alguien robándome la cartera en el metro, no me arrodillaré
para besarle los pies.
Aunque parezca mentira, a estas alturas de la película aún hay miles
de personas que no han oído hablar de balanzas fiscales, de principios
de ordinalidad o del Corredor Mediterráneo. No es casualidad: la mayoría
de medios de comunicación evitan con todas sus energías que se produzca
un debate claro y transparente sobre la situación actual de Cataluña en
España y sobre sus posibles soluciones. Los intereses de los medios no
son casuales, unos están en manos de las oligarquías económicas
(Antena3, La Sexta, La Vanguardia, etc.) y otros en una situación
financiera crítica que les obliga a seguir el dictado de quienes les
mantienen con vida (El Periódico de Catalunya, por poner un ejemplo).
Prefieren “embarrar la cancha” hablando de la supuesta locura de Artur
Mas o incluso agitar un cadáver maloliente llamado “federalismo” antes
que analizar la situación de forma pausada y objetiva. A todo esto, ¿por
qué afirmo que el federalismo es un cadáver? Pues porque le dieron el
tiro gracia a partir de 2006, con el cepillado y mutilación del Estatut
de Pasqual Maragall, el último federalista asimétrico. Los autores de la
ejecución fueron, al alimón, PP y PSOE que representan el pensamiento
del 70% de los españoles. O sea, que quien en 2015 sigue vendiendo el
federalismo como proyecto aplicable en España tiene más de mentiroso
compulsivo que de ideólogo bienintencionado. Los españoles no quieren
federalismo, y punto. ¿Cuántas veces tienen que decirlo?
Esta noticia es de las más recientes en cuanto a la posición de PSOE
respecto a una posible reforma federal (El Periódico, 2015):
La
verdad es que no hemos avanzado mucho desde que intentamos negociar el
Estatut de 1919, a tenor de las reacciones de la prensa de Madrid de
aquel tiempo (El Imparcial, 1918):
Lamentablemente,
este tipo de reacciones de la prensa no son hechos aislados ni fruto de
un titular sacado de contexto, sino que se trata de la más estricta
normalidad mesetaria. Quien tenga curiosidad por ver una recopilación
nutrida de reacciones de la prensa madrileña frente a las aspiraciones
catalanas puede hojear el trabajo “El llibre negre de Catalunya. De Felip V a l’ABC” escrito por el historiador Josep María Ainaud de Lasarte, publicado en 1995.
Pero vayamos por partes.
Estoy seguro de que todos los contribuyentes de bien estamos a favor
de la solidaridad entre territorios, es decir, que las regiones más
ricas de un Estado o de una comunidad de Estados transfieran parte de
sus recursos a las más pobres con el fin de que sus economías converjan.
Fácilmente estaremos de acuerdo en convenir que no tendría sentido que
tras esta redistribución de recursos los que generan riqueza pasen a ser
más pobres que los receptores de la solidaridad. Pues aunque pueda
sorprender a algunos, este sinsentido es precisamente lo que ocurre en
España con Cataluña. La riqueza que se genera en Cataluña se aporta al
fondo común de todas la comunidades autónomas y luego se reparte en
forma de inversiones; pues bien, ese reparto es tan injusto que los
ciudadanos catalanes pasan de ser los terceros a ser los undécimos en cuanto a su renta disponible.
El tema de la balanza fiscal es crítico y deberia ser conocido al
menos de forma somera por todos aquellos que ejercerán su voto el
próximo 27 de septiembre. La falta de inversiones en el territorio
paraliza la construcción de infraestructuras y por lo tanto dificulta la
generación de negocio y de empleo. Los estudiantes universitarios
catalanes saben -o deberían saber- que pagan tasas de matrícula
superiores a las que se pagan en muchos otros lugares de España y que
además reciben menos becas.
Ah, por cierto, a todos aquellos que, llegados a este punto, le digan
a su cuñado “sí, vale, pero el déficit fiscal de Madrid es superior”
les tengo que dar una mala noticia: las cifras de la balanza fiscal de la comunidad de Madrid no responden a la realidad,
puesto que la capital de España se beneficia de todas aquellas
inversiones que recibe como capital del Estado, pero que sólo generan
beneficios en Madrid. Además, hay que tener en cuenta que las grandes
empresas “madrileñas” son, en la mayoría de casos, antiguas empresas
públicas que están ubicadas en la capital por una simple decisión
política; en algunos casos ni producen nada allí, ni tienen un solo
cliente (Endesa, Repsol, Telefónica, etc.). Nada que ver con el tejido
empresarial catalán, donde la empresa es autóctona: Grífols, Almirall,
Nutrexpa, Mango, Puig, Gallina Blanca y un largo etcétera.
Dentro de las infraestructuras directamente perjudicadas por la falta
de inversion estatal en Cataluña está el célebre Corredor Mediterráneo.
Se trata del eje de comunicaciones terréstres del levante peninsular,
clave en el transporte de mercancías entre África, Ásia y Europa. Los
sucesivos gobiernos de Madrid han hecho todo lo posible por boicotearlo,
diseñando engendros como el bautizado jocosamente “Corredor
Madridterráneo”, es decir, la mutilación de la comunicación directa
entre Valencia y Barcelona con un obligado paso por Madrid. La mutinacional china Hutchinson
ha sufrido en sus carnes la falta de diligencia del gobierno central en
la adecuación de las infraestructuras del Puerto de Barcelona. La
política de infraestructuras que se lleva a cabo en España está
explicada de forma excelente en este video.
En otro orden de cosas, una de las tácticas favoritas de los que
desean frenar la independencia de Cataluña consiste en visitar abuelos
en sus centros de día para decirles que en caso de secesión su pensión
peligra. Este argumento, además de una gran mezquindad implícita,
encierra una doble mentira: Las pensiones que eventualmente peligran son
las de los jóvenes, pero en modo alguno las de los que ya son
pensionistas, que pueden dormir tranquilos.
La segunda mentira consiste ocultar que, si bien el futuro de las
pensiones públicas es bastante negro en general, si hay un rayo de
esperanza es con la creación de un estado catalán, puesto que la
relación cotizantes/pensionistas siempre será superior en Cataluña
resepecto a España -básicamente por el nivel de desempleo estructural de
algunas zonas de la península. Así pues, el razonamiento es el inverso
al que presentan los contrarios a la independencia: si las pensiones
peligran de alguna forma, es permaneciendo en España. De hecho, en el
período 1995-2010 el saldo de la Seguridad Social “catalana”
ha sido positivo en casi 25.000 millones de euros, mientras que en el
resto de España se ha generado un déficit de más de 85.000 millones.
El bombardeo de mentiras por parte del Gobierno español y de la casi
la totalidad de los medios de comunicación estatales tiene por objeto
inocular el miedo en los ciudadanos de Cataluña y que, en consecuencia,
ejerzan su derecho al voto bajo el temor a una debacle inminente en caso
de que Cataluña se independice. La posibilidad de ver al nuevo estado
catalán fuera de la Unión Europea y también de la moneda única queda
conjurada cuando se tiene información, algo que los medios de
comunicación desean evitar a toda costa. Las amenazas de expulsión que
la Unión Europea ha llevado a cabo sobre los electores de Grecia no se
han materializado, de forma que, ¿en qué cabeza cabe que se pueda
plantear la expulsión de un territorio de siete millones de habitantes
que es contribuyente neto a los presupuestos de la Unión, que es sede y
centro de producción de innumerables multinacionales europeas y cuyos
ciudadanos ya tienen ciudadanía de la UE? ¿Nos van a echar por odio?
¿Como venganza por salir de España? Además, es fundamental recordar que
la libre circulación de ciudadanos se sustenta en el Acuerdo de
Schengen, un espacio más amplio que el de la UE y en el que los paises
miembros no tienen derecho de veto. Adicionalmente, existe un argumento de peso para que España se vea
abocada a pactar una secesión ordenada y a no utilizar en modo alguno su
derecho de veto en las decisiones de la Unión Europea. Este argumento
es el gran volumen de deuda que acumula en estos momentos el Estado
Español, ya que para evitar un default inminente se verá obligado a
negociar de qué cuota parte se hace cargo Cataluña. Es decir, que muy
probablemente el nuevo Estado catalan asumirá parte de la deuda
española, pero obviamente, a cambio de “otras cosas”, como por ejemplo
la inexistencia de obstáculos por parte de Madrid en todos los procesos
en los que Cataluña pueda necesitar el voto unánime de los miembros de
la Unión Europea. Una explicación detallada del funcionamiento de estos
organismos internacionales está en este vídeo.
Los indecisos y los recelosos de la independencia deberían comenzar a
sospechar de que algo falla con sólo mirar quién hay a un lado y al
otro del debate. En el bando soberanista encontramos a gran número de catedráticos de prestigio,
no sólo de universidades locales, sino que también de centros de
referencia mundial como Columbia, Harvard, Princeton o la emblemática
London School of Economics. Además, también dan su apoyo a la
independencia científicos de primera línea mundial como el epigenetista
Manel Esteller o el investigador del SIDA Bonaventura Clotet. En cambio,
al otro lado, una de las caras más activas contra la independencia es
Javier Sardà, que se hizo millonario gracias al popular “Crónicas
marcianas”, uno de los programas más infectos de la historia de la
televisión, cuyos mayores logros eran burlarse de deficientes mentales
-Sardà fue denunciado y condenado por ello- y mostrar las posaderas de
Boris Izaguirre. El rostro de Sardà es uno de los más habituales en los
platós de televisión desde los que da lecciones sobre qué tenemos que
hacer los catalanes con nuestro país y con nuestro futuro. También se ha
mostrado en contra del Procés la estrella televisiva de la Sexta, Jordi
Évole. En su reciente artículo titulado “Trampas”
expone una vez más su habitual “empatismo”: dos cositas malas del
gobierno de Madrid y dos cositas malas de la Generalitat. Pues no. En
humillaciones, insultos y provocaciones no estamos empatados, querido
Jordi. A unos 666 kilómetros de distancia nos ganan por goleada. A Évole
también parece molestarle mucho que su voto como barcelonés tenga menos
peso que el voto de un elector de Lleida, pero jamás se ha quejado -y
ha tenido tiempo- de que su voto valga mucho menos que la papeleta de un
soriano.
En cuanto a las asociaciones cívicas que dan su apoyo a una u otra
postura, las más conocidas son la Assemblea Nacional Catalana -a favor
de la independencia- y Societat Civil Catalana, en contra. La ANC nació
en 2011 y cuenta con más de 80.000 miembros, de los cules la mitad son
socios. Es la responsables de la organización de las manifestaciones de
los últimos 11-S. Se financia con aportaciones de sus socios y con la
venta de material promocional, y no recibe ninguna aportación de dinero
público. Al otro lado está Societat Civil Catalana, que maneja un
presupuesto de cerca de un millón de euros pese a tener sólo 70 socios.
El 97% de sus ingresos procede de aportaciones anónimas. Su líder es Josep Ramon Bosch, un ultraderechista catalán “aficionado” al nazismo.
Como decíamos al inicio, el papel de los medios de comunicación está
siendo fundamental para que la información sobre el proceso circule de
forma muy sesgada. La abrumadora mayoría de medios tienen su base en
Madrid, pero además, algunos medios catalanes como La Vanguardia, El
Periódico o 8tv están enfrascados en una dura batalla contra el
independentismo. Tanto los artículos de opinión como las propias
noticias que los diarios y televisiones de Madrid ofrecen sobre el
Procés suelen estar plagadas de mentiras y a menudo llegan a ser
delirantes. El director del Periódico de Catalunya, Enric Hernández, no
les quiere ir a la zaga y ha llegado a publicar titulares que sacarían
los colores a cualquier estudiante de periodismo, como uno muy reciente
en que la cabecera del Grupo Zeta se preguntaba en portada si “con la
independencia habría trenes y aviones”. Por suspuesto, Hernández no ha
dejado pasar la oportunidad de sumarse a la moda y llamar nazis a los
independentistas.
Como muestra del concepto de información que se tiene en Madrid, es
preciso recordar que la periodista de moda en tierras mesetarias, Ana
Pastor, en su entrevista de hace pocos días a Artur Mas llegó a afirmar
que “las ventajas de la independencia son propaganda” y que por lo tanto
sólo le interesaba preguntar por los riesgos.
Hablar con todo detalle del tratamiento erróneo que tanto el gobierno
como los medios de Madrid están dando al Procés sería una tarea
titánica porque cada minuto aparecen nuevos argumentos, pero valga lo
expuesto como botón de muestra.
Cambiando de tercio, de entre los motivos que determinados ciudadanos
catalanes dan para estar en contra de la independencia, algunos son
realmente extraños: “Era Pujol quien robaba”, dicen en respuesta al
déficit fiscal. Al margen de que la comparación de una cosa y otra es
absurda, si la eventual corrupción de la extinta CiU es motivo para no
ser independentista, por la misma regla de tres se deduce que los casos
Gürtel, Rato, Bárcenas, etcétera deberían provocar renuncias masivas al
pasaporte español, pero no consta que haya sido así. Por otra parte,
algunos aluden a su lícito sentimiento español, algo que realmente tiene
poco que ver con desear estar gobernados desde aquí. En otras palabras,
en el Estado catalán, nadie dirá nunca a un ciudadano qué ha de sentir,
ya sea español, búlgaro o de las Islas Fidji. Es así en todo el mundo.
Se trata de algo íntimo y personal, y por lo tanto no debe ser un motivo
para oponerse a la independencia.
En cuanto a la nacionalidad española, todo el mundo debe tener claro que
nadie puede retirlarla y que quien desee ser ciudadano español lo será
hasta su muerte. La única diferencia con la situación actual es que
poseerá doble nacionalidad, española y catalana.
También existen reticencias en cuanto al futuro de la lengua castellana. Pero pueden estar seguros que nadie en su sano juicio se plantea perder el patrimonio de la lengua castellana en un futuro Estado catalán. Este temor nunca puede ser un argumento. Es más, si de un servidor dependiese haría lo posible para disponer de una Academía de la Lengua Castellana, sin vínculos con la española, que tuviese capacidad normativa sobre el idioma.
Sobre la actitud de algunos gobernantes extranjeros en cuanto a la
eventual independencia de Cataluña, basta tener unas pocas nociones de
geopolítica para comprenderla. Nadie va a dar a los independentistas el
manual de instrucciones para alcanzar su nuevo Estado, pero tampoco van a
enrocarse una vez que la situación se haya producido y tengan el
problema sobre la mesa. A partir de ese momento, la prioridad de la UE y
del resto de agentes implicados será solucionar el asunto de la forma
más práctica posible y eso no puede incluir de ningún modo eternizar el
paso de Cataluña por un limbo jurídico. Esto está explicado de forma muy
clara en este vídeo a partir del minuto 18.
Al fin y al cabo, desde que el mundo es mundo, que las fronteras no
han dejado de moverse y seguirán haciéndolo en el futuro. Por ello no
comprendo la creencia de que las fronteras de España son inmutables –las
únicas inmutables- salvo que otorgues a este país una naturaleza de
carácter divino, circunstancia que entroncaría seguramente con algún
trastorno mental bastante grave. En otras palabras, en los últimos cien
años no han parado de crearse estados nuevos por toda la faz la Tierra y
sin embargo, resulta que con Cataluña es imposible, que alguna ley
natural impide que podamos tener nuestro propio estado. No tiene ni pies
ni cabeza.
Quien esté en contra de independencia debería echar un vistazo a la
España que nos prepara el Partido Popular, y la llamada “Ley mordaza” es
un buen punto por donde comenzar el análisis. No creo que nadie tenga
ganas de vivir en un país donde puedas ir a la cárcel por un comentario
en Twitter. Este vídeo también es una buena radiografía de lo que es España hoy en día.
En la inmensa soledad frente a la urna cabe valorar todo lo aqui
expuesto y votar por un futuro mejor, obviando filias y fobias. Al fin y
al cabo no es más que una decisión administrativa: dejar de tener
gobiernos en contra para autogobernarnos de verdad. El resto son fuegos
artificiales. Eso sí, votar independentista es votar una de las dos
listas que apuestan por el nuevo Estado, es decir, Junts Pel Sí y la
CUP. Votar una opción federalista es votar “no” a la
independencia, de forma que el voto por Catalunya Sí Que Es Pot equivale
en el recuento a dar el apoyo a Ciutadans o al PP. Espero que
nadie se confunda y con su error colabore en cerrar esta ventana de
oportunidad que tanto ha costado abrir. Si alguien tiene dudas sobre
como votar “sí” o “no” a la independencia, que mire atentamente este vídeo desde el minuto 53.
Y por encima de todo, los catalanes más opuestos a la
independencia deben tener claro que si este proyecto no prospera ellos
sufrirán en sus carnes la venganza del aparato del Estado Español con la
misma intensidad que el independentista más radical.
RogerVinton2012@gmail.com
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