(Read the article in English: http://www.collectiuemma.cat/article/2212/the-catalan-animal-house)
"Lo sorprendente es que más catalanes no hayan votado a favor de la independencia", sostiene John Carlin.
EL PAÍS - 28-09-2015 - JOHN CARLIN
Lo sorprendente es que más catalanes no hayan votado a favor de la independencia. El 50 por ciento y pico que no dio su voto a los partidos independentistas en las elecciones parlamentarias del domingo ha demostrado una encomiable paciencia dada la sordera de Madrid y, en particular, del partido de gobierno español.
Claro, ayuda que la coalición por el sí hace pensar a veces en una alianza entre los Borgia y los desaforados universitarios de la película “Animal House”, conocida en castellano como “Desmadre a la Americana”. Pero por esto no debemos menospreciar la calma y racionalidad – o “seny”, como dirían en catalán – de los que evitaron sucumbir a la tentación de mandar al resto de España a freír buñuelos. Habrán hecho sus cálculos económicos, habrán sentido temor por lo desconocido pero también habrán entendido que romper con España es para siempre mientras que la permanencia del Partido Popular de Mariano Rajoy en el gobierno es solo temporal.
Si yo fuera catalán me hubiera costado actuar con tanta pausa. Admiro a mis amigos catalanes que lo pudieron hacer. Entiendo a los que no.
He vivido 15 de los últimos 17 años en Catalunya. Cuando llegué en 1998 el movimiento secesionista parecía reducirse a tres señores mayores sentados en una mesa en las Ramblas de Barcelona con una bandera catalana independentista– “la estelada” -- como mantel. No se les hacía mucho caso. Se les empezó a hacer tras la crisis económica de 2008, que a su vez destapó una crisis de legitimidad moral; cogieron carrera en 2010 con la sentencia del Tribunal Constitucional de España contra el estatuto de autonomía catalana; y el 11 de septiembre de 2012 salió un millón de personas a las calles de Barcelona a pedir la independencia.
(10 julio 2010: Manifestación en protesta por los recortes del Tribunal Constitucional español del nuevo Estatut. El Estatut fue aprobado en el Parlament de Catalunya, aprobado en refendum el 2006, enviado a las Cortes españolas en Madrid donde suprimieron artículos y finalmente, después de cuatro años, recortado de nuevo por el Tribunal Constitucional, cuya la sentencia fue publicada en junio del 2010, y publicada en el BOE el 9 de julio 2010. La forma: como fue publicado en el BOE el nuevo Estatut, con un comentario altanero y despreciativo. Y el fondo!, convirtió esta manifestación en el detonante del proceso de independencia. Cito a Xavier Antich:
"Pensaron que bastaba una sentencia del Tribunal Constitucional (junio 2010) para convertir en papel mojado el Estatut del 2006, con la confianza de que la ciudadanía de Catalunya aceptaría, sin más problemas, esta amputación de su voluntad libremente expresada en las urnas."
"""Pero antes de un mes (julio 2010), una manifestación convocada por Òmnium, con el apoyo de 1.400 asociaciones y de todas las universidades catalanas, y encabezada por los tres presidentes de la Generalitat y por los tres del Parlament, con los máximos responsables de CDC, UDC, ERC, ICV, UGT y CCOO, ocupaba Barcelona bajo el lema “Somos una nación. Nosotros decidimos”.
"En España, pocos entendieron que aquel Estatut había sido el último intento del catalanismo que todavía pensaba que podía ser posible una acomodación de Catalunya en un Estado que reconociera su singularidad, con esa propuesta tan de mínimos que no fue aceptada ni por ERC. Pocas voces, en España, formularon con tanta contundencia lo que aquel gesto del TC significaba como lo hizo el catedrático de derecho constitucional de la Universidad de Sevilla, Javier Pérez-Royo: “la Sentencia del Tribunal Constitucional sobre la reforma del Estatut de Autonomía de Catalunya formalmente fue una sentencia, pero materialmente fue un golpe de estado”.
"Algunos pensaron que la sentencia acabaría con el problema, pero, antes de un año, se inició el proceso de constitución de la Assemblea Nacional Catalana, una iniciativa sin paralelismos en Europa, con la Declaración de la Conferencia Nacional para el Estado propio (abril 2011). Se iniciaba un desplazamiento, lento pero irreversible, de la centralidad política en Catalunya.""" (Xavier Antich - 26.10.2015)***
Había un ambiente de furia contenida que nunca antes había visto, había un ambiente muy crispado, mucha tensión. Hubo un colapso en la cabecera de la manifestación, pues había tanta afluencia de público, que ni la cabecera podía caminar. Estuve una hora y media sin poder avanzar en esta confluencia de Passeig de Gràcia y Diagonal. Tanto en esta manifestación como en la de la Diada del 2012 había muchos mensajes escritos espontáneamente en tela o cartón por los manifestantes; verán algunas fotos un poco más adelante de este artículo. Cuca de Llum)
¿Cuál fue la respuesta del PP? ¿Escuchar lo que este sector de la sociedad catalana decía? ¿Pensar en la significativa mayoría de catalanes que aún no compartía el deseo de abandonar España? ¿Dialogar? ¿Mostrar respeto? En resumen, ¿hacer política? No. El partido de gobierno fomentó – y se hizo eco de -- la rabiosa indignación de la turba española. Rajoy y sus aledaños no dijeron “malditos catalanes, que se vayan a la mierda”, pero trasladaron perfectamente el mensaje, recibido bien clarito en Catalunya, que eso era lo que pensaban. La soberbia ha caracterizado las palabras, las acciones y las inacciones del PP desde 2012 (o desde antes, en tiempos de Aznar, si somos honestos) al día de hoy. Rajoy se queda quieto como una momia pero sus ojos expresan desdén.
Los buenos amigos que he hecho en Cataluña han sido, en su mayoría, antinacionalistas. Más que ofenderme, el nacionalismo me aburre. Pero he notado cambios desde 2012. Amigos que antes habían considerado que el proyecto de independencia catalana era un disparate comenzaron a decir que entendían por qué había gente que lo apoyaba. Otros, entre ellos empresarios que sabían que se perjudicarían económicamente si Catalunya dejara España, me dijeron que estaban cada día más hartos del trato que recibían del gobierno español y que, daba igual si perdían dinero, había llegado la hora, por una cuestión elemental de dignidad, de optar por la independencia.
Pero el desprecio del PP hacia los catalanes no existe en un vacío. Lo detectan aquellos de mis amigos catalanes que de vez en cuando viajan a Madrid; lo detecto yo en mis frecuentes visitas a la capital y a otras partes de España. Tarde o temprano alguien hará un comentario despectivo sobre “los catalanes”, metiéndolos a todos en el mismo cajón, deshumanizándoles. En estos momentos pienso en mis amigos catalanes de carne y hueso, cada uno de ellos infinitamente variado en su manera de ser y de pensar, y me indigno. Me pasó la semana pasada en la calle O’Donnell. Un madrileñito cabreado soltó la – para mí -- incendiaria frase “los catalanes” durante un discurso que me daba sobre el tema de la independencia, y tuve que hacer un esfuerzo para no decirle exactamente lo que pensaba de él. Él me dijo lo que me dicen muchos, que soy de fuera y no entiendo nada. Lo que me recordó a lo que me escupían a menudo sudafricanos blancos cuando discutíamos sobre el apartheid: “es que tú no entiendes a nuestros negros”. El contexto es diferente, pero la deshumanización es igual.
Por supuesto que el sector independentista catalán tiene su cuota de culpa, idiotez y altanería en todo esto, pero de ello ya se ha escrito mucho en los medios. La cuestión es que le ha incumbido al gobierno central demostrar la madurez y el pragmatismo para arreglar el asunto, partiendo de la premisa adulta de que el mundo es como es, no cómo quisiéramos que fuera. Por una sencilla cuestión de eficacia política, el punto de inicio de todo debería haber sido el respeto, justo lo que más les ha faltado a Rajoy y compañía. Hoy lo que vemos como consecuencia es un panorama político español y catalán bochornoso, una gran merienda de monos.
Todo se podría haber evitado con el diálogo. Yo hubiera ido más lejos. Hubiera seguido el ejemplo del gobierno conservador británico y, adiós a los legalismos constitucionales en los que se refugia Rajoy, hubiera creado los mecanismos para que se llevara a cabo un referéndum en Catalunya. En tal caso no estaríamos donde estamos, en el caos y la incertidumbre. Habría paz social con Catalunya dentro de España. Pero, claro, igual no entiendo nada.
((Xavier Antich - 26.10.2015)*** El artículo citado en el pie de foto de Xavier Antich pueden encontrarlo en: http://www.elnacional.cat/es/el-nuevo-relato-puterio-y-abominacion/?utm_source=Twitter&utm_campaign=ac&utm_medium=Social ))
Lo sorprendente es que más catalanes no hayan votado a favor de la independencia. El 50 por ciento y pico que no dio su voto a los partidos independentistas en las elecciones parlamentarias del domingo ha demostrado una encomiable paciencia dada la sordera de Madrid y, en particular, del partido de gobierno español.
Claro, ayuda que la coalición por el sí hace pensar a veces en una alianza entre los Borgia y los desaforados universitarios de la película “Animal House”, conocida en castellano como “Desmadre a la Americana”. Pero por esto no debemos menospreciar la calma y racionalidad – o “seny”, como dirían en catalán – de los que evitaron sucumbir a la tentación de mandar al resto de España a freír buñuelos. Habrán hecho sus cálculos económicos, habrán sentido temor por lo desconocido pero también habrán entendido que romper con España es para siempre mientras que la permanencia del Partido Popular de Mariano Rajoy en el gobierno es solo temporal.
Si yo fuera catalán me hubiera costado actuar con tanta pausa. Admiro a mis amigos catalanes que lo pudieron hacer. Entiendo a los que no.
He vivido 15 de los últimos 17 años en Catalunya. Cuando llegué en 1998 el movimiento secesionista parecía reducirse a tres señores mayores sentados en una mesa en las Ramblas de Barcelona con una bandera catalana independentista– “la estelada” -- como mantel. No se les hacía mucho caso. Se les empezó a hacer tras la crisis económica de 2008, que a su vez destapó una crisis de legitimidad moral; cogieron carrera en 2010 con la sentencia del Tribunal Constitucional de España contra el estatuto de autonomía catalana; y el 11 de septiembre de 2012 salió un millón de personas a las calles de Barcelona a pedir la independencia.
(10 julio 2010: Manifestación en protesta por los recortes del Tribunal Constitucional español del nuevo Estatut. El Estatut fue aprobado en el Parlament de Catalunya, aprobado en refendum el 2006, enviado a las Cortes españolas en Madrid donde suprimieron artículos y finalmente, después de cuatro años, recortado de nuevo por el Tribunal Constitucional, cuya la sentencia fue publicada en junio del 2010, y publicada en el BOE el 9 de julio 2010. La forma: como fue publicado en el BOE el nuevo Estatut, con un comentario altanero y despreciativo. Y el fondo!, convirtió esta manifestación en el detonante del proceso de independencia. Cito a Xavier Antich:
"Pensaron que bastaba una sentencia del Tribunal Constitucional (junio 2010) para convertir en papel mojado el Estatut del 2006, con la confianza de que la ciudadanía de Catalunya aceptaría, sin más problemas, esta amputación de su voluntad libremente expresada en las urnas."
"""Pero antes de un mes (julio 2010), una manifestación convocada por Òmnium, con el apoyo de 1.400 asociaciones y de todas las universidades catalanas, y encabezada por los tres presidentes de la Generalitat y por los tres del Parlament, con los máximos responsables de CDC, UDC, ERC, ICV, UGT y CCOO, ocupaba Barcelona bajo el lema “Somos una nación. Nosotros decidimos”.
"En España, pocos entendieron que aquel Estatut había sido el último intento del catalanismo que todavía pensaba que podía ser posible una acomodación de Catalunya en un Estado que reconociera su singularidad, con esa propuesta tan de mínimos que no fue aceptada ni por ERC. Pocas voces, en España, formularon con tanta contundencia lo que aquel gesto del TC significaba como lo hizo el catedrático de derecho constitucional de la Universidad de Sevilla, Javier Pérez-Royo: “la Sentencia del Tribunal Constitucional sobre la reforma del Estatut de Autonomía de Catalunya formalmente fue una sentencia, pero materialmente fue un golpe de estado”.
"Algunos pensaron que la sentencia acabaría con el problema, pero, antes de un año, se inició el proceso de constitución de la Assemblea Nacional Catalana, una iniciativa sin paralelismos en Europa, con la Declaración de la Conferencia Nacional para el Estado propio (abril 2011). Se iniciaba un desplazamiento, lento pero irreversible, de la centralidad política en Catalunya.""" (Xavier Antich - 26.10.2015)***
Había un ambiente de furia contenida que nunca antes había visto, había un ambiente muy crispado, mucha tensión. Hubo un colapso en la cabecera de la manifestación, pues había tanta afluencia de público, que ni la cabecera podía caminar. Estuve una hora y media sin poder avanzar en esta confluencia de Passeig de Gràcia y Diagonal. Tanto en esta manifestación como en la de la Diada del 2012 había muchos mensajes escritos espontáneamente en tela o cartón por los manifestantes; verán algunas fotos un poco más adelante de este artículo. Cuca de Llum)
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¿Cuál fue la respuesta del PP? ¿Escuchar lo que este sector de la sociedad catalana decía? ¿Pensar en la significativa mayoría de catalanes que aún no compartía el deseo de abandonar España? ¿Dialogar? ¿Mostrar respeto? En resumen, ¿hacer política? No. El partido de gobierno fomentó – y se hizo eco de -- la rabiosa indignación de la turba española. Rajoy y sus aledaños no dijeron “malditos catalanes, que se vayan a la mierda”, pero trasladaron perfectamente el mensaje, recibido bien clarito en Catalunya, que eso era lo que pensaban. La soberbia ha caracterizado las palabras, las acciones y las inacciones del PP desde 2012 (o desde antes, en tiempos de Aznar, si somos honestos) al día de hoy. Rajoy se queda quieto como una momia pero sus ojos expresan desdén.
Manifestación del 11 septiembre 2012. Foto Cuca de Llum.
Manifestación del 11 septiembre 2012. Passeig de Gràcia - Gran Via.
Los buenos amigos que he hecho en Cataluña han sido, en su mayoría, antinacionalistas. Más que ofenderme, el nacionalismo me aburre. Pero he notado cambios desde 2012. Amigos que antes habían considerado que el proyecto de independencia catalana era un disparate comenzaron a decir que entendían por qué había gente que lo apoyaba. Otros, entre ellos empresarios que sabían que se perjudicarían económicamente si Catalunya dejara España, me dijeron que estaban cada día más hartos del trato que recibían del gobierno español y que, daba igual si perdían dinero, había llegado la hora, por una cuestión elemental de dignidad, de optar por la independencia.
Pero el desprecio del PP hacia los catalanes no existe en un vacío. Lo detectan aquellos de mis amigos catalanes que de vez en cuando viajan a Madrid; lo detecto yo en mis frecuentes visitas a la capital y a otras partes de España. Tarde o temprano alguien hará un comentario despectivo sobre “los catalanes”, metiéndolos a todos en el mismo cajón, deshumanizándoles. En estos momentos pienso en mis amigos catalanes de carne y hueso, cada uno de ellos infinitamente variado en su manera de ser y de pensar, y me indigno. Me pasó la semana pasada en la calle O’Donnell. Un madrileñito cabreado soltó la – para mí -- incendiaria frase “los catalanes” durante un discurso que me daba sobre el tema de la independencia, y tuve que hacer un esfuerzo para no decirle exactamente lo que pensaba de él. Él me dijo lo que me dicen muchos, que soy de fuera y no entiendo nada. Lo que me recordó a lo que me escupían a menudo sudafricanos blancos cuando discutíamos sobre el apartheid: “es que tú no entiendes a nuestros negros”. El contexto es diferente, pero la deshumanización es igual.
Por supuesto que el sector independentista catalán tiene su cuota de culpa, idiotez y altanería en todo esto, pero de ello ya se ha escrito mucho en los medios. La cuestión es que le ha incumbido al gobierno central demostrar la madurez y el pragmatismo para arreglar el asunto, partiendo de la premisa adulta de que el mundo es como es, no cómo quisiéramos que fuera. Por una sencilla cuestión de eficacia política, el punto de inicio de todo debería haber sido el respeto, justo lo que más les ha faltado a Rajoy y compañía. Hoy lo que vemos como consecuencia es un panorama político español y catalán bochornoso, una gran merienda de monos.
Todo se podría haber evitado con el diálogo. Yo hubiera ido más lejos. Hubiera seguido el ejemplo del gobierno conservador británico y, adiós a los legalismos constitucionales en los que se refugia Rajoy, hubiera creado los mecanismos para que se llevara a cabo un referéndum en Catalunya. En tal caso no estaríamos donde estamos, en el caos y la incertidumbre. Habría paz social con Catalunya dentro de España. Pero, claro, igual no entiendo nada.
((Xavier Antich - 26.10.2015)*** El artículo citado en el pie de foto de Xavier Antich pueden encontrarlo en: http://www.elnacional.cat/es/el-nuevo-relato-puterio-y-abominacion/?utm_source=Twitter&utm_campaign=ac&utm_medium=Social ))
Fuente del artículo:
Publicado por primera vez en la Cuca de Llum el 6.oct.2015.
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Nota: En esta blog hemos recomendado desde hace muchísimo tiempo el libro de John Carlin sobre Mandela:
El periodista John Carlin fue
corresponsal en Sudáfrica durante diez años; el libro se lee con
facilidad. Para mi, Mandela se convierte en un referente que pone en cuestión la
verdadera noción de "imposible".
"El Factor Humà" de John Carlin, Ed. La Campana. 374 pàgines. - Por supuesto existe en castellano.
"El Factor Humà" de John Carlin, Ed. La Campana. 374 pàgines. - Por supuesto existe en castellano.
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