lunes, 27 de noviembre de 2017
En
su exilio en Bruselas, Puigdemont, digno sucesor de Marx, que se pasó
allí unos años hasta que lo expulsaron, tiene un enorme impacto en
España. Si hubiera que buscarle un simil histórico más ajustado sería el
del general De Gaulle quien, desde su exilio londinense, encabezó la
recuperación de la France Libre, entendiéndose con sus seguidores
a través de la radio y la resistencia. Puigdemont lo hace a través de
la televisión, los vídeos, las redes, en las que es muy activo, y
personalmente.
Su eficacia está fuera de duda. Acaba también de presentar la lista del presidente con el nombre de Junts per Catalunya, que apunta a lista de país con un fuerte liderazgo personal. Se lo explica a Ricard Ustrell en la interesante entrevista que este le hace en Bruselas.
No es una lista del PDeCat, sino una del presidente, transversal,
insiste, en que entran el PDeCat e independientes. Mutatis mutandis, un
toque gaullista, destinado a animar a unas clases medias que pueden
querer la independencia, pero no de un determinado color.
El entrevistado es claro al
sostener su condición de presidente legítimo de la Generalitat, no de
ex-presidente, como le plantea Ustrell y, de hecho, este se dirige a él
siempre como "president". La entrevista está llena de aclaraciones muy
necesarias en asuntos en los que reinan las brumas de las tertulias.
El presidente no acata el 155,
entre otras cosas porque se aplicó unilateralmente. La cuestión de la
unilateralidad consumió un tiempo precioso siendo irrelevante. Una vez
estuvo claro que el 155 no se retiraría aunque Puigdemont convocara
elecciones, la unilateralidad era cosa del Gobierno.
La amenaza de los muertos.
Reducirla al puro nominalismo es un modo de esquivar la cuestión. Hubo
amenazas de responsabilidad por consecuencias impresivibles y una de
ellas, obviamente es la posibilidad de muertes.
La presidencia de la Generalitat. Dependerá
del resultado de las elecciones y el acuerdo de coalición que se
establezca. Puigdemont encabeza una candidatura con ánimo de ganar, con
el mismo derecho que los demás.
La renuncia a la violencia. Expresa
por parte de la Generalitat, de Puigdemont, de Junqueras, del
independentismo al completo. La cuestión aquí es por qué no hay también
una renuncia expresa a la violencia por parte del Estado, ya que se
trata de un conflicto político que debe resolverse negociando y
pactando. No reprimiendo.
La aceptación de los resultados.
El verdadero caballo de batalla. Nadie tiene claro que el bloque
nacional español respete los resultados del 21D si no le gustan. Para
ello tiene ya preparada una justificación: sean cuales sean aquellos, el
gobierno catalán tendrá que acatar la legalidad. La legalidad como la
entiende el bloque nacional español.
Y eso es justamente lo que está por ver.
Además de la entrevista a Preguntes Freqüents Puigdemont concedió otra a un canal público de la TV israelí, Canal1 Kan en
la que abordaba asuntos de política exterior europea, que no abordó en
la otra conversación. Lo que allí fue teoría: "soy el presidente
legítimo de la Generalitat", aquí es práctica: este presidente legítimo
plantea una consulta en Cataluña sobre la pertenencia a la UE. Otro
toque gaullista que, curiosamente, refuerza su imagen de lider nacional
catalán nada fácil de contentar. Europa no puede contar con una
aceptación acrítica de su fuerza de atracción.
Igualmente es fácil imaginar cómo suena en Israel la pregunta de Puigdemont en la tele ¿quién
me garantiza un trato justo en un contexto en el que hay vídeos de
dirigentes políticos reclamando mi encarcelamiento y participando en
manifestaciones con grupos neonazis?.
Las elecciones son parecidas a las guerras: se sabe cómo se entra en ellas, pero no cómo se sale.
Las elecciones son parecidas a las guerras: se sabe cómo se entra en ellas, pero no cómo se sale.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada