El profesor de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de
Madrid Carlos Taibo acaba de publicar 'Para entender el TTIP. Una visión
crítica del acuerdo transatlántico de comercio e inversiones'
(Catarata)
"Lo que se barrunta es el designio de propiciar un
nuevo deterioro, uno más, en el terreno social, en el laboral y en el
medioambiental", afirma Taibo en el último capítulo del libro, que
reproducimos a continuación
16/01/2016 - eldiario.es
Bajo la cobertura retórica de un acuerdo que atiende al
doble propósito de hacer desaparecer aranceles y duplicaciones, el TTIP
es una jugada maestra al servicio de los intereses de las
transnacionales y en abierta desatención de lo que, en buena ley, deben
reclamar las comunidades humanas, los trabajadores y el medio
natural. Una aguda señal de que esto es así la aporta el hecho de que
en el proceso de toma de decisiones vinculado con el acuerdo todas estas
últimas instancias –y con ellas los problemas que arrastran–
desempeñan un papel menor, por no decir que nulo. En semejantes
condiciones difícilmente sorprenderá que en el contenido que cabe
atribuir al TTIP no haya ningún espacio que permita augurar una mejora
en lo que ya tenemos y, con ella, una superación de lo ya existente. Lo
que se barrunta es, antes bien, el designio de propiciar un nuevo
deterioro, uno más, en el terreno social, en el laboral y en el
medioambiental.
Es difícil, aun con ello, predecir
el futuro planetario derivado de una imaginable aplicación del acuerdo.
En una de las lecturas posibles, Lamy identifica tres horizontes
diferentes. El primero lo aporta un choque entre “multilateralismos
regionales”, con el norteamericano/europeo enfrentado al liderado por
China, al amparo de una fragmentación general del comercio
internacional. Una segunda posibilidad es que EE UU, la UE y Japón
impongan su “multilateralismo regional” o, lo que es lo mismo, que
reaparezca en plenitud la dominación que las potencias industriales
tradicionales ejercieron en buena parte del siglo XX. El tercer
horizonte habla, en fin, de un “multilateralismo global”, acatado por
todas las partes, o al menos por todas las partes importantes. Las cosas
como fueren, parece servida la conclusión de que la irrupción de
acuerdos como el TTIP está llamada a tener un efecto de exacerbación
de las tensiones, comerciales y no comerciales, entre el mundo
occidental, por un lado, y las economías emergentes, por el otro, con
todos los demás como meros convidados de piedra que están a expensas
de lo que hagan uno y otras.
El panorama en el
espacio geográfico que nos es más próximo se ve marcado, antes que
nada, por la certificación de algo que ya sabíamos: en el caso de la
UE, y más allá de algunos matices, socialistas y socialdemócratas
–incluidos, claro, los españoles– no dudan en respaldar un acuerdo como
el TTIP, circunstancia que por sí sola obliga a preguntarse por la
cordura de quienes no se paran en mientes a la hora de pactar con las
fuerzas políticas correspondientes. Ya hemos señalado que en los
estamentos oficiales se ha abierto camino el firme designio de evitar
cualquier tipo de debate público sobre el acuerdo. Si ese debate ha
ganado algún terreno, ha sido en virtud del esfuerzo de iniciativas de
base varias que, en condiciones muy difíciles, han procurado explicar
qué es lo que el TTIP está llamado a acarrear. No parece, de cualquier
modo, que los resultados hayan sido, hasta este momento, estimulantes. A
tono con algo que ya tuvimos la oportunidad de palpar al amparo de lo
ocurrido con el Tratado Constitucional de la UE, una encuesta realiza
da en Francia en mayo de 2014 concluía que un 55 por ciento de los
ciudadanos nunca había oído hablar del TTIP, lo cual no era óbice
para que un 71 por ciento de aquéllos apoyase la armonización de
regulaciones y un 68 por ciento respaldase la desaparición de las
barreras arancelarias y la creación de un mercado común con EE UU.
Otra encuesta, en este caso desarrollada en España, señalaba que sólo
un 30 por ciento de los ciudadanos españoles tenía algún
conocimiento, siquiera mínimo, sobre el TTIP; motivos hay, sin
embargo, para recelar de un porcentaje como el señalado, que retrata
una realidad moderadamente halagüeña, en el buen entendido, claro, de
que “haber oído hablar de” se antoja un dato irrelevante en términos
de un debate político abierto y vivo. Es bien conocido, en cualquier
caso, el procedimiento: primero se esparcen unos cuantos tópicos y
luego se vinculan con un texto que se protege de debates públicos y
críticas serias. Cierto es que también se aprecia, al menos en algunos
países, una percepción general que concluye que el TTIP será más
beneficioso para EE UU que para la UE. Eso es, al parecer, lo que
pensaba en Alemania, en julio de 2014, un 58 por ciento de los
ciudadanos, en tanto sólo un 14 por ciento con sideraba que la UE
saldría más beneficiada.
Debemos dar por
descontado, en cualquier caso, algo importante a lo que ya nos hemos
referido: en la eventualidad de que el TTIP se tope con problemas en el
proceso de ratificación, lo esperable es que salga, pese a todo,
adelante. La experiencia de lo ocurrido en 2005-2006 con la mal
llamada “Constitución europea” invita a llegar a esa conclusión en
virtud de la capacidad que los poderes comunitarios han demostrado en
materia de trampas legales, distracciones, presiones y chantajes. Gracia
tiene que quienes son genuinos maestros de la manipulación y de la
imposición se quejen de lo que entienden que es una indeseable
“politización” del debate que haría que éste perdiese sus esperables
perfiles tecnocráticos y alejaría del primer plano a los expertos.
Tanto más indignante les debe parecer esa politización cuanto que a
menudo acarrea, por añadidura, impresentables sentimientos de repudio
hacia una potencia, intocable, de nombre Estados Unidos. Por lo que a
nosotros respecta, no podemos esperar noticias. Estamos obligados a
movilizarnos con urgencia desde abajo, desde la autogestión y desde la
solidaridad.
>> Libro relacionado (indirectamente) con el reseñado:
La crisis como excusa para una "doctrina del shock". Resumen de un libro muy interesante: los principios se están aplicando actualment en España.
(Este libro expone como funciona el liberalismo desde los 70 - o sea capitalismo sin ningun tipo de freno ni moderación y expone como ha sido aplicado en algunos paises. El quid es apoderarse del poder y comprar a bajo precio las empresas estatales, privatizándolas. El tratado TTIP actualmente en negociación es el colmo ya del liberalismo: se salta TODOS LOS PARLAMENTOS aplicando una letra pequeña del Tratado de la Unión Europea, pretende imponer directamente desde Bruselas unas normas que solo benefician a las grandes multinacionales. Solo a base de difundir este peligro hay una opción de pararlo. En efecto la negociación se realiza en el más estricto secreto.
El libro de Naomí Klein fue redactado con ayuda de ocho bibliotecarias para preparar las 100 páginas con la bibliografía. Muy completo, en su dia causó sensación. Salió editado al mismo tiempo en muchos idiomas para evitar posibles boicots. Personalmente me supuso un enorme disgusto leerlo, pero es mejor saberlo que no saberlo.
>> El segundo artículo que podemos citar, relacionado (indirectamente) con el TTIP, es el de Falciani:
Cuca de Llum)
El libro de Naomí Klein fue redactado con ayuda de ocho bibliotecarias para preparar las 100 páginas con la bibliografía. Muy completo, en su dia causó sensación. Salió editado al mismo tiempo en muchos idiomas para evitar posibles boicots. Personalmente me supuso un enorme disgusto leerlo, pero es mejor saberlo que no saberlo.
>> El segundo artículo que podemos citar, relacionado (indirectamente) con el TTIP, es el de Falciani:
Cuca de Llum)
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